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Sep 14/2020

Los 'boomerang kids': la crisis de los jóvenes que vuelven a vivir a casa de sus padres

Foto: Ion Sirbu / Unsplash

Hacer las maletas, comer atún por días, aprender a usar todos los ciclos de una lavadora… Dejar el hogar familiar trae consigo muchas enseñanzas y retos que debemos sortear para completar nuestra transformación en adultos independientes y autosuficientes. 

Con esta independencia vienen muchos triunfos y la gran satisfacción de tomar el rumbo de nuestras vidas. Podemos llenar de plantas la sala, colgar un cuadro de Star Wars en el baño, dejar las lucecitas de navidad hasta marzo… ¡las posibilidades son infinitas!

Pero, ¿qué pasa cuándo el precio de ser independiente se vuelve insostenible? 

Después de siete años en el mercado laboral, Miguel, de 29 años y originario de Monterrey, saltó al otro lado del charco para estudiar una maestría en Madrid, pero llegó la covid-19 y sus planes cambiaron por completo.

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Sin poder trabajar y con la creciente depreciación del peso ante el euro, Miguel tuvo que usar sus ahorros para poder cubrir los gastos. Eventualmente, el costo de vida se volvió insostenible, así que Miguel decidió empacar antes de tiempo y emprender el vuelo de regreso a casa de sus padres en Monterrey. 

Después de varios vuelos en plena pandemia para volver a México, Miguel dice que una de las cosas más difíciles ha sido “el sentimiento de derrota” que viene con esta mudanza. 

El contexto generacional de los “boomerang kids”

A medida que la economía sufre una recesión mundial, muchos jóvenes como Miguel se han visto en la necesidad de hacer maletas y volver al hogar familiar.

Este regreso al nido les ha dado el nombre de “boomerang kids” (porque después de un lanzamiento regresan al punto de partida).

De acuerdo con el Collins Dictionary, un “boomerang kid” es un adulto joven que, después de haber vivido de forma independiente por un tiempo significativo, vuelve al hogar familiar debido a problemas financieros, desempleo, costos altos de vida, etc.

Este concepto tiene sus orígenes en Estados Unidos y los “Baby Boomers”, la generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial.

Según Steven Ruggle, profesor de la Universidad de Minnesota, los salarios de los jóvenes alcanzaron su punto máximo en 1973, por lo que los jóvenes boomers tuvieron herramientas necesarias para independizarse a temprana edad.

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Debido a sus propias experiencias, los boomers tenían la expectativa de que sus hijos repitieran el mismo patrón.

Sin embargo, esta nueva generación se enfrentó, entre otras adversidades, al reto de una recesión económica que comenzó con el colapso de la burbuja del mercado de valores en el 2000. 

Con la caída del poder adquisitivo y el aumento del costo de vida, el fenómeno de los “boomerang kids” apareció y cruzó fronteras, transformando los parámetros relacionados con la independencia de las generaciones jóvenes y su capacidad de construir sus vidas fuera del nido familiar.

En otros tiempos, que un hijo adulto regresara a casa daría mucho de qué hablar.

Sin embargo, dentro de la llamada “Generación Millennial”, este fenómeno se ha vuelto algo bastante común. Y en defensa de los Millennials y su reputación, muchas circunstancias están fuera de su control. 

Según datos del Pew Research Center, la Generación Millennial llegó a los 20 años justo cuando el mercado de valores colapsó y dio paso a una recesión económica mundial.

Bajo este contexto, los millennials intentaban ingresar a la fuerza laboral al mismo tiempo que aumentaba el desempleo y se depreciaba el valor de un título universitario.

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Sobrecalificados y precariamente empleados, los millennials son particularmente vulnerables ante crisis como la que presenta la pandemia actual.

Edna es Cirujana Dentista, y a pesar de que algunos de sus colegas han regresado a los consultorios, su situación no se lo ha permitido.

Yo ya quería regresar a trabajar, pero estoy muy apretada económicamente”, cuenta Edna. “Antes de la pandemia no tenía ahorros y ahora todos los equipos que me piden comprar para poder abrir de nuevo están carísimos”.

Tanto Edna como su hermana tuvieron que volver a la casa de sus papás en Monclova, a pesar de tener una vida construida en otro estado.

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Los altos costos de vida son, junto con el desempleo, otra de las razones más frecuentes por las que los hijos adultos regresan al nido.

Pero, ¿qué no ha sido la vida cara desde siempre? En teoría sí, sin embargo, diversos estudios han comprobado que tanto los Millennials como sus predecesores (la Generación X), ganarán en promedio menos de lo que ganaron sus padres.

Los costos de vida se elevan con rapidez, pero los salarios no avanzan de la misma manera.

Sumemos una pandemia que ha golpeado a prácticamente todas las economías del mundo y tendremos la aparición de muchos fenómenos sociales, entre ellos los “boomerang kids”.

Desesperanza ante el futuro

Alejandra, de 28 años, ya trabajaba en una situación precaria mucho antes de la pandemia: tenía un empleo informal, sin prestaciones ni seguridad social.

Ahora que vive en casa de sus papás cuenta que se empezaron a mover muchas cosas dentro de ella, ya que a pesar de estar acompañada, Alejandra dice que la mudanza “me hizo sentir como si fuera de nuevo chiquita”.

¿Nos estamos quejando demasiado?

Otra de las etiquetas atribuidas a los millennials es la de ser una “generación de cristal.” Sin embargo, esto no es del todo malo.

Somos la primera generación cursi que se ocupa de sí misma en materia de salud mental”, explica Salvador Ortiz, psicoterapeuta y promotor de salud mental. 

Según Salvador, es relativamente normal que los “boomerang kids” sean pesimistas, ya que “para donde voltees, todo está de la fregada… es de esperarse que se sientan imposibilitados para resolver sus problemas.”

Así lo ve Alejandra, quien a pesar de pagar renta durante 10 años cuenta que volver a salir de casa solo le sería atractivo si pudiera, además de pagar renta y servicios, empezar a hacer un ahorro.

Una característica generacional que muchos boomerang kids comparten, y que contribuye a este sentimiento de desesperanza, es el vivir para cumplir expectativas.

En su experiencia como terapeuta, Salvador observa que “parece que algo les extirpó la capacidad de ser autocompasivos”, lo que complica la capacidad de ser optimistas.

Afortunadamente, existen algunas estrategias que se pueden implementar para ejercitar la auto compasión y enfocarnos en el futuro.

La luz al final del túnel

Si actualmente estás en la misma situación que muchos “boomerang kids” o conoces a alguien en circunstancias similares, Salvador comparte tres estrategias para ejercitar la autocompasión y poder concentrarnos en un futuro más optimista

Respirar. 

Suena simple, pero el estrés de todos los días nos ha acostumbrado a disociar el cuerpo de la mente. Conectar a través de la respiración puede ayudar a combatir sentimientos de angustia, ansiedad y pesimismo.

Ver hacia afuera

Siendo realistas, es muy probable que existan más personas en la misma situación. Compartir esta experiencia con alguien más ayuda a combatir sentimientos de aislamiento y para imitar buenas prácticas.

Además, enfocarse en lo que está afuera de nosotros ayuda a ver más cosas y por ende, más posibilidades para empezar a planear un futuro más optimista

Mantenerse activo

En estos momentos de pausa, buscar algo en lo que seamos buenos y compartirlo con los demás es vital para deshacerse de ese sentimiento de fracaso. Si hay un momento ideal para ser útil a los demás, es este.