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Nov 18/2019

Un mes de protestas en Chile: los cambios que iniciaron los jóvenes

Foto: AFP

Hoy se cumple un mes del torbellino de protestas, pacíficas y violentas, en Chile para exigir un mejor reparto de la riqueza y políticas de bienestar social reales, para una población que se queja de los abusos del modelo económico que sólo ha dado bonanza a algunes.

Lo que comenzó con estudiantes negándose a pagar el boleto de metro, derivó en la más profunda crisis social desde el retorno a la democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

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En 30 días, jóvenes, ancianos, hombres, mujeres, le han cambiado la cara al país y modificaron por completo la agenda del derechista Sebastián Piñera y del Parlamento.

Hoy el país discute sobre una nueva Constitución -que reemplace la heredada de la dictadura- junto a una profunda reforma al sistema de pensiones, de salud y educación, que centran las preocupaciones de los chilenos que ahora dicen “basta a los abusos”.

Las protestas en Chile iniciaron con jóvenes negándose a pagar el ticket del Metro y ahora buscan una nueva Consititución. Foto: AFP

“En las últimas cuatro semanas, Chile cambió; los chilenos cambiaron, el gobierno cambió; todos hemos cambiado. El pacto social bajo el cual habíamos vivido se resquebrajó“, dijo Piñera, en un mensaje al país.

Y la presión social está haciendo dando resultados.

Después de muchas y muy intensas negociaciones, el Congreso chileno aprobó el viernes un acuerdo para llamar a plebiscito en abril de 2020 y decidir si la Constitución se cambia o no.

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También se elegirá un mecanismo para hacer el cambio, y este puede ser desde una asamblea constituyente o una convención mixta, integrada por asambleítas y congresistas.

En 30 años de democracia no había prosperado ningún intento por reformar la Constitución que en 1980 redactó la dictadura y que logró aprobar en un cuestionado plebiscito, con disposiciones que aseguraron el poder de los grupos conservadores incluso una vez restaurada la democracia.

“Estamos todos conscientes de que estábamos con una camisa de fuerza que era una Constitución heredada, pétrea, que no se podía cambiar”, dijo el expresidente socialista (2000-2006) Ricardo Lagos, en entrevista con CNN-Chile.

Protestas en Chile. Foto: AFP

Un encuesta de la privada Cadem reveló que 67% de los chilenos considera “bien o muy bien” el acuerdo constitucional, a partir del cual se unieron los partidos de gobierno y de la izquierda opositora, que hasta antes del estallido no lograban consensuar posiciones.

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En este escenario, el Congreso apuraba la discusión para aumentar en 50% la pensión básica solidaria, fijada hoy en 133 dólares, una opción que para el gobierno no puede concretarse de manera inmediata.

“No hay dinero. Quiero ser responsable y muy claro en decirlo. Eso significa mil millones de dólares que Chile no tiene (…) no estamos en condiciones de poder acceder a eso”, afirmó el ministro de Hacienda, Ignacio Briones.

Un violento despertar

Fue un drástico despertar de un país considerado uno de los más estable de América Latina y con un alabado modelo económico: 30 días de protestas con 22 muertos, 79 estaciones del metro de Santiago atacadas -algunas completamente incendiadas- y casi 15,000 detenidos a lo largo del país.

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En lo que constituye una marca indeleble de estas manifestaciones, más de 200 personas han resultado con lesiones oculares graves tras el disparo de balines por parte de la policía.

Un balance de la policía detalló que desde el 18 de octubre se han contabilizado más de 15,000 detenidos, 3,500 de ellos por los saqueos que han registrado en todo el país.

La cadena estadounidense Walmart presentó una serie de acciones judiciales en contra del Estado por ataques que han sufrido sus locales de venta: 128 saqueados, 34 incendiados y 17 totalmente destruidos.

“Estos niveles de violencia no las habíamos visto nunca en democracia. Le agradecemos el trabajo de Carabineros pero no se tolerarán los abusos”, dijo la portavoz oficial del gobierno, Karla Rubilar.

Intentando volver a la normalidad

Después de un mes de protestas, concentradas en la céntrica Plaza Italia de Santiago -donde una semana después del estallido se reunieron 1.2 millones de personas- el país se divide entre quienes buscan volver a la normalidad y los que quieren seguir presionado por mayores cambios.

Este lunes, la estación terminal del metro de la comuna de Puente Alto (sur) volvió a abrir sus puertas después de permanecer cerrada durante un mes y dejar prácticamente sin movilización pública a los casi 800,000 habitantes de esta popular comuna del sur de Santiago.

Foto: AFP