Chamarras, gorras, playeras, cinturones, zapatos y hasta encendedores con el nombre de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Alejandrina Guzmán, hija del narcotraficante y dueña de la marca, presentó esta semana la línea de ropa y accesorios “El Chapo 701”.
Aunque ya tiene 13 años de existencia, la marca fue presentada durante el certamen Intermoda en Guadalajara, sólo un día antes de que el narcotraficante fuera condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.
El número es el mismo que la revista Forbes le dio a Guzmán en su lista de las personas más ricas del mundo.
De acuerdo con las redes sociales de la marca, la mayoría de los productos son elaborados por reclusos del penal de Puente Grande.
“El Chapo 701” también detalla que de cada producto se producirán sólo 701 ejemplares, 700 bordados con hilo de plata, y uno más con hilo de oro. Los precios van de los 701 pesos hasta los 15 mil.
Las piezas bordadas con oro serán subastadas para recaudar dinero para la Asociación Civil Alejandrina Guzmán. Pero no cualquiera puede entrarle al quite. Para hacerlo debes tener una membresía, que también da acceso a la compra de otros accesorios.
Más allá de lo que puede significar o no la exaltación de un personaje delictivo, en especial para la cultura mexicana, lo curioso es que “El Chapo 701” se presente como una marca “legendaria y exclusiva”, y ofrezca sólo un número limitado de productos hechos con este tipo de materiales.
Esta estrategia de venta es utilizada por grandes marcas como Apple, Nike o Adidas para elevar el valor de sus productos o servicios. Al reducir el número de artículos (oferta), se eleva la demanda sobre cada uno de ellos y esto permite ofrecerlos a un costo más elevado.
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La demanda por cosas “exclusivas” y no forzosamente necesarias tiene incluso un nombre: consumo conspicuo o, para entenderlo mejor, consumo de prestigio, superfluo o de lujo. Un término creado ¡desde 1899! por el economista Thorstein Bunde Veblen.
Incluso para algo tan básico como tomar agua existen miles de opciones (aunque desgraciadamente hay gente que no puede elegir). Se puede beber agua directo de la llave o agua embotellada e importada desde Francia.
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El consumo conspicuo se basa en el sentido de satisfacción que se obtiene de poseer algo que otros no pueden tener. Esto genera una sensación de satisfacción, status y reconocimiento social. Básicamente, y a pesar de la realidad económica y social, queremos presumir que tenemos algo que otros no.
Al subir el precio de un producto, lo más común es que la demanda baje. Pero para este tipo de productos “exclusivos”, subir el precio provoca que la demanda suba aún más.
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Un ejemplo claro son las pre ventas de los nuevos modelos de iPhone, cuyos ejemplares se agotan en algunas regiones solo unas horas después de su lanzamiento.
Otro ejemplo es la marca de ropa y accesorios Supreme, que actualmente es un boom de ventas al explotar su sentido de exclusividad. Con tan solo estampar el logo de la marca en un objeto (el que sea) este adquiere un valor mayor al de un objeto similar que no tenga el sello de la marca.
La base fundamental de estos productos es su escasez y la idea de que solo unos cuantos podrán tenerlo. Si comienza a ser más sencillo obtenerlo, va perdiendo su valor. Y bueno, cuento aparte es la piratería que se genera para sacar provecho de esa demanda.
Por otro lado, los precios elevados dan una sensación (aunque no una garantía) de que lo que estamos adquiriendo es de mayor calidad que productos con menor costo.
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Claro, existen otros motivos por los cuales hacemos nuestras elecciones de consumo, pero es claro que mucho de ello se basan en las emociones que provocan.
Bien lo decía el famoso gurú del marketing Tom Peters, al señalar que el verdadero éxito de una empresa no se basa sólo en sus productos, sino en los valores y el estilo de vida que proyecta a sus consumidores.
Quedará ver qué impresión causa “El Chapo 701”, mientras el narcotraficante que le dio nombre pasa el resto de sus días en una prisión de EU.