Existen pocos deseos tan humanos como el de querer escapar de nuestra realidad. Esto no tiene que ver con la vida que tenemos, simplemente con el simple y mero hecho de ser humanos.
Hemos pasado años inventando formas de escapar de nuestra realidad, ¡piénsalo!: a través de un buen libro, la ida semanal al cine, los viajes de fin de semana al campo, un día de compras, los videojuegos, casas de los sustos, ferias, deportes, redes sociales…
Casi todo lo que hacemos en nuestro tiempo libre tiene la finalidad de despejar nuestras mentes de la realidad.
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Por eso existen las famosas salas de escape o escape rooms, en las que por $500 o $600 pesos te encierras en una habitación en la que, con la ayuda de tus amigos, tienes que resolver acertijos y retos que los llevarán a la libertad.
En cuanto llegas a la sala de escape te cuentan una historia y a partir de ella deberás resolver retos para obtener tu libertad. Esto, claro, con un límite de tiempo, para que no falte la emoción.
Tan solo en la Ciudad de México existen al menos 12 compañías que ofrecen este tipo de juegos; en ellas hay de 3 a 6 salas distintas con historias que van desde escapar de un asesino serial, hasta fugarte de la cárcel al estilo de “El Chapo”, ¡tú escoges!
En cuanto logras resolver los acertijos, la gratificación es increíble. Aunque puedes salir cuando quieras y regresar a tu realidad, la adrenalina que sientes al estar en ese cuarto es real; el encierro es real; la emoción de resolver un misterio es real.
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Los escape rooms son tan exitosos que ¡Red Bull tiene un Campeonato Mundial de Cuartos de Escape! El actual campeón es un grupo eslovaco llamado Brainteaselava.
Checa cómo son:
En México, los escape rooms ya son parte de las dinámicas de integración de muchas empresas, así que no te sorprendas cuando tu jefe te diga que la próxima actividad grupal de la oficina será en uno de estos cuartos de escape.
Las salas de escape son tan populares en la llamada cultura pop que Columbia Pictures lanzó una película llamada Escape Room, y por si no fuera suficiente está preparando la secuela para 2020, Escape Room 2.
Este es el trailer de la primera:
La historia de estas salas de escape comienza en 2007, cuando Takao Kato abrió lo que se considera la primera sala de escape moderna en Kyoto, Japón.
Kato estaba obsesionado con los juegos de escape en internet, como Crimson Room, en el que los jugadores encuentran -dentro de una habitación- objetos escondidos que los llevan a resolver acertijos para lograr salir del cuarto hacia el mundo exterior.
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En 2012 se abrió el primer cuarto de escape en Estados Unidos. El nombre era “Escapa del Cuarto Misterioso” y esa era básicamente la premisa del juego, sin historia y sin muchas complicaciones.
Básicamente, los jugadores tenían que armar muebles o resolver acertijos simples para salir de la habitación. Hoy, siete años después, existen aproximadamente 2,300 cuartos de escape en Estados Unidos, según un estudio realizado por la página roomescapeartist.com.
Piénsalo: ¿qué tipo de sala de escape te gustaría experimentar?
Sin embargo, de lo que escapamos cuando vamos a uno de estos lugares no es del cuarto, sino de nuestra realidad. Es un intento por vivir algo más de lo que sucede en nuestra aburrida vida.
Es extraño juntarte en un cuarto con un grupo de personas a resolver acertijos en una hora. ¿Cuándo comenzamos a pagar por estar atrapados? ¿Qué tanto tiene que ver nuestro constante uso de la tecnología?
Estamos pegados a algún aparato electrónico la mayor parte de nuestro día y las salas de escape fungen como antídoto, pues nos obligan a existir en el mundo real, con gente real, en un espacio definido y manipulando objetos que podemos tocar.
Tal vez esa sea la razón del éxito de estos cuartos: la conexión con el mundo real y las personas que lo habitan.