Por primera vez, Daria, Regina, Ale y Andrea -amigas de la prepa- pudieron salir a la calle a marchar contra la violencia de género. También, por primera vez, Sandra Rufo -mamá de dos niñas- quiso unirse a la protesta del 8 de marzo. Y para Donají, esta vez salir era absolutamente necesario porque “la realidad ya nos rebasó”.
En esta marcha histórica del 8 de marzo de 2020 -en la que protestamos unas 80 mil mujeres según cifras de las autoridades de la ciudad de México-, niñas, adolescentes y mujeres de entre 12 y 50 años de edad se animaron a marchar por primera vez en sus vidas y lo hicieron del Monumento a la Revolución al Zócalo capitalino.
¿Por qué hacerlo ahora?
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Regina, de 18 años de edad y víctima de acoso “generalmente en las calles y en las fiestas”, está por terminar la prepa y sabe que su privilegio no le impide salir a luchar por las mujeres. “Mis papás me permitieron salir porque la situación es indignante”.
Para Daria, de 17 años, la influencia de su hermana feminista fue fundamental para animarse a salir a protestar contra la violencia de género y el acoso que ha sufrido por parte de profesores. ¿Y cómo se sintió en su primera marcha? “Protegida entre las mujeres”.
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Cuando Alejandra cumplió los 18 años le dijo a su mamá “voy porque voy” a la protesta del 8 de marzo.
Venir es “ayudar a mi país, mi comunidad, las mujeres”. Después de esta marcha “sí podría haber más conciencia; las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, pero sí poco a poco. Es importante sumarnos a todo esto”.
Ilustración: Andrea Paredes (@driu_paredes)
No hay día que Andrea, de 18 años de edad, no salga con miedo de no volver a casa, que le pase algo, que la volteen a ver de manera asquerosa. “Es hora de que podamos sentirnos más seguras”.
Donaji tiene 29 años y siente “muchísima impotencia y frustración” por “el miedo que vivimos como mujeres de no poder salir libres como cualquier persona. Temer que nos vayan a violar, torturar, matar… Es un problema que no ha sido atacado de ninguna forma, sin ninguna estrategia”.
Para Donaji, la marcha del 8 de marzo le hizo sentir, al mismo tiempo, alegría, tristeza, pero sobretodo mucho coraje “porque realmente sí somos muchísimas las que salimos a pedir que nos dejen de matar y violentar”.
Jennifer y Viridiana son hermanas y esta también fue su primera marcha, una en la que se sintieron seguras y protegidas en las calles.
“Mi mejor amigo me violó hace muchos años y mi ex me violentaba. A nadie se lo conté. Yo le creo a toda la gente que está aquí”, dice Jennifer.
Viri vino porque está cansada del acoso en el transporte público: “no puedo contarle a nadie porque no me van a creer y si golpeo al hombre que me agrede, a mí me dicen que estoy loca”. ¿Qué sintió? Quiso llorar al ver a tantas mujeres gritar.
No solo las niñas y adolescentes tuvieron la oportunidad de asistir a una marcha por primera vez en su vida. Sandra Rufo, mamá de una niña, también lo hizo este 8 de marzo.
Con una pancarta con la leyenda JUSTICIA PARA TODAS, Sandra explica llorando que siente impotencia por el acoso y la inseguridad. En esta marcha, Sandra descubrió lo emotivo que es marchar al lado de su hija.
Andrea, de 24 años de edad, ya tenía ganas de asistir a una marcha y este 8 de marzo vivió la experiencia por primera vez en compañía de su mejor amiga en Monterrey, Nuevo León.
“La razón por la que quise estar presente y apoyar el movimiento fue porque siempre pensé que fui afortunada porque no me tocó vivir casos graves de acoso o violencia”, cuenta Andi, ilustradora y animadora de Animal MX. “Pero un día me di cuenta que no debería considerarse suerte no haber vivido violencia o acoso. Me di cuenta que esa suerte fue una preocupación exagerada de mi mamá: no salgas con falda, nunca uses escote, no hagas esto, cuídate mucho, no te quedes a altas horas de la noche”.
Andi se dio cuenta que le habían enseñado el “pórtate bien para que no te pase nada”.
Y no, esto no debería ser normal.