Respirar en el espacio es imposible para cualquier ser humano (a menos que no le importe morir), menos aún olerlo. Pero cuando los astronautas terminan una caminata espacial y vuelven a la Estación Espacial Internacional, algunos compuestos se adhieren a sus trajes.
Nuez, metal caliente, frenos quemados, carne chamuscada y hasta galletas de almendra quemadas, son algunos de los olores que estos astronautas reportan haber percibido. ¡Guácala, qué rico!
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La respuesta está en las estrellas. Y no es que intentemos ser poéticos.
Lo que ocurre es que estos astros están en constante combustión y van ‘soltando’ algo llamado Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP). Pa’ pronto: moléculas que huelen como a carbón o a una carnita demasiado asada.
Estas moléculas están por tooodo el universo, y se cree que tuvieron un papel importante en el origen de la vida en la Tierra. De hecho, se pueden encontrar en el carbón, el aceite e incluso en algunos alimentos.
En el espacio hay olores realmente interesantes, desde la fragancia de una fruta, hasta la pestilencia del huevo podrido. Aquí te damos un ‘tour’ por algunos de los aromas de nuestra galaxia.
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Allá por el 2009, astrónomos del Instituto Max Plank estudiaban una nube de polvo en el centro de nuestra galaxia, llamada Sagitario B2. Y allí encontraron etil formiato, responsable de buena parte del sabor y olor de las frambuesas y del ron.
Aunque la idea de “frambuesas espaciales” o “ron intergaláctico” suena delicioso y embriagante, este compuesto está revuelto con muchos otros que aún falta descifrar. Además, está ese pequeño detalle de la falta de oxígeno para respirar.
Ilustración: IG @driu.paredes / @re_ilustrador
Si la Tierra fuera del tamaño de una pelota de béisbol, Mercurio sería una pelota de golf. Su pequeño tamaño, sumado al viento solar, provoca que no tenga atmósfera, sólo una capa delgada llamada exósfera. Esta es demasiado débil para retener cualquier gas y, por lo tanto, un olor distintivo.
Pero gracias a eso contiene cosas que las atmósferas regularmente no guardan, como magnesio, calcio, sodio. Por ello, Mercurio podría oler ligeramente a sal mezclada con una sensación metálica.
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Aunque Venus recibe su nombre de la diosa romana del amor, la verdad es que si pudiéramos visitarlo y respirar en él, no sería un ambiente muy romántico.
Su atmósfera está compuesta principalmente por dióxido de azufre, lo que le da un indiscutible olor a huevos podridos.
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En los últimos años somos más conscientes del daño ambiental que le estamos causando a nuestro planeta.
Pero quizá seríamos más responsables al respecto, si recordamos que (hasta donde sabemos) es el único lugar del universo en el que podemos disfrutar el olor del pasto recién cortado, la tierra mojada, el café, el chocolate, el pan calientito, los taquitos… y un laaargo etcétera.
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Los astronautas que han caminado sobre la Luna no pudieron evitar arrastrar un poco de polvo lunar al interior de sus naves y es así que pudieron olerlo personalmente. Carbón, pólvora quemada o cenizas, son algunas de las descripciones de ese aroma tan particular.
Y esto es porque la Luna ha sido casi un campo de batalla, pues muchos meteoritos y asteroides la han golpeado por miles de millones de años.
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Por muchos planes que tengamos de llegar al Planeta Rojo, los humanos no podemos respirar libremente en él, lo cual probablemente sea algo bueno porque se podría decir que… huele horrible.
Y eso es porque la atmósfera de Marte está compuesta principalmente de hierro, magnesio, azufre, ácidos y CO2, lo que le da un intenso olor a huevos podridos. Nota para la misión a Marte: Llevar aromatizante.
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Si pudiéramos viajar a este planeta gigante y gaseoso, percibiríamos un olor diferente según la capa en la que nos encontremos. Las primeras capas de gas huelen a amoníaco, así que imagina una mezcla entre productos de limpieza y orina.
Al irnos adentrando en el planeta más antiguo del Sistema Solar, a la mezcla anterior se le sumaría un tufo a huevo podrido (¿A ti también se te revolvió el estómago?).
Si logramos pasar de esa pestilencia, en las partes más profundas del planeta encontraríamos un aroma a almendras amargas o mazapán, consecuencia del cianuro de hidrógeno.
Ilustración: IG @driu.paredes / @re_ilustrador
¿A qué huele la atmósfera de este planeta anillado? Sigue siendo un misterio. Sin embargo, gracias a los análisis de la sonda espacial Cassini, la NASA ha sido capaz de recrear el olor de Titán, la luna más grande de Saturno.
Los científicos mezclaron y combinaron varios gases e hidrocarburos en el laboratorio hasta que encontraron una receta que coincidía con la firma única del satélite. Resulta que Titán huele casi igual a una estación de gasolina.
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Las capas externas de Urano son prácticamente inodoras, pues contienen mayormente hidrógeno y helio. Sin embargo, si viajáramos hacia el interior, encontraríamos sulfuro de hidrógeno, amoníaco, metano y dióxido de carbono.
Justo después llegaríamos a un mar metálico de amoníaco líquido, agua y metano. Esa combinación podría justificar todas las bromas que hay respecto a Ur-ano, pues olería, básicamente, a pedo.
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Lamentamos decepcionarte, pero Neptuno probablemente no tiene mucho olor porque su atmósfera está compuesta principalmente de dos gases inodoros: hidrógeno y helio.
Cuando la sonda espacial Rosetta y Philae (el robot explorador que viajaba en ella) terminaron su viaje de 10 años y se encontraron con el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, detectaron que contenía sulfuro de hidrógeno, amoníaco, metanol, dióxido de azufre y disulfuro de carbono.
Imagina una mezcla entre orina de gato, alcohol, almendras amargas y huevos podridos. La Agencia Espacial Europea recreó esa particular esencia y repartió algunas muestras en 2016. Puede sonar desagradable pero, ¡hey!, no suele ocurrir que puedas oler como un cometa.
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“Lo que llamamos una rosa, con cualquier otro nombre, olería tan dulce”. Con esta frase, Shakespeare quería decir que puedes cambiar el nombre de algo, pero eso no cambia su esencia. Pero al parecer no pensó en el espacio.
En 1998, una rosa cultivada a bordo del transbordador espacial Discovery, resultó tener más “aroma floral de rosas” que las de la Tierra. La NASA, que trabajó con una compañía especializada en perfumes para recrear ese olor, explicó que el olor más intenso podría deberse a que la flor creció sin gravedad.
Los investigadores utilizan una variedad de métodos para estudiar su composición química.
Uno de ellos es la espectroscopía, que les permite analizar la luz que rebota en las moléculas de las atmósferas planetarias. Luego las comparan con las ‘huellas de luz’ únicas de elementos que ya conocemos: hidrógeno, oxígeno, metano, nitrógeno, etc. Y así pueden saber qué gases hay en la atmósfera de un planeta y en qué cantidad.
Este gif lo resume todo (Giphy)
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No creas que saber cómo huele el centro de la galaxia o las capas internas de Júpiter es un dato curioso e inútil.
Más allá de la simple curiosidad, conocer los olores y, por lo tanto, la composición química del universo, podría revelar secretos sobre la creación del sistema solar e incluso sobre cómo surgió la vida en la Tierra.