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Ago 20/2019

Así nos veríamos si hubiéramos nacido en el espacio, la Luna o Marte

Desde el inicio de la carrera espacial, ciencia e imaginación se han alimentado una a la otra. La película 2001: Odisea en el espacio inspiró a científicos de la NASA para diseñar naves, trajes e inteligencia artificial. A su vez, los astronautas han animado al cine a crear historias sobre el espacio como Gravity, Interstellar, The Martian y muchas otras.

¿Qué pasaría si en un futuro lográramos conquistar el espacio y vivir en él durante un largo tiempo (digamos, miles de años)? Basados en la ciencia podemos imaginar cómo las condiciones extremas de la Luna o Marte podrían transformarnos en una nueva especie.

Así que juguemos un poco y pensemos en tres posibles casos para la vida humana en el espacio: la estación internacional, que ya gravita la Tierra y va ampliándose; la Luna, que desató la carrera espacial y que podría ser una futura base; y Marte, el gigante rojo que el ser humano ya se prepara para pisar y explorar.

Checa el especial que publicamos sobre Marte: Los mexicanos que trabajan para llegar al planeta rojo

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(Giphy)

Nos toca decirte que estos escenarios son suposiciones (basadas en conocimiento científico) sobre cómo la vida humana podría evolucionar tras miles de años y cientos de generaciones.

Existen diversos factores a considerar que podrían cambiar estas predicciones o crear posibilidades que ni siquiera hemos considerado.

Aun así, muchos científicos dicen que es importante dejar volar la imaginación tomando en cuenta lo que sabemos del espacio, pues nos permite pensar en los problemas que podríamos encontrar, pero también crear posibles soluciones.

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Vivir en una estación espacial

Desde que en 1961 el ruso Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en el espacio, el ser humano ha hecho decenas de misiones espaciales. Esto le ha dado a los científicos ideas sobre los efectos de la falta de gravedad, la radiación, la carencia de oxígeno y otros riesgos fuera de la Tierra.

Hace un par de años, la NASA hizo un experimento sumamente interesante para analizar estos efectos.

Resulta que el astronauta estadounidense Scott Kelly tiene un hermano gemelo (y también astronauta), Mark.

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Scott Kelly (izquierda) y su gemelo Mark Kelly (derecha) Foto: NASA

Scott y Mark aceptaron participar en el experimento. Para ello, el primero se fue a vivir al espacio durante un año y el segundo permaneció en tierra.

Gracias a que son gemelos, la NASA pudo contar con dos sujetos de estudio muy parecidos y así analizar a detalle cómo afecta la vida espacial al ser humano.

Basados en los resultados de ese y otros experimentos previos podemos imaginar cómo serían los seres humanos si viviéramos durante generaciones en estaciones espaciales.

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Primero, existirían efectos internos o no visibles. Se ha probado que la radiación y otros factores pueden provocar cambios en la genética, el sistema inmune y el metabolismo.

Por otro lado, sin la gravedad que atrae el flujo de sangre a las piernas, las cabezas de los astronautas se llenan de fluidos que dan como resultado el síndrome de cabeza hinchada y piernas de pájaro.

Es decir, sería posible que tras años de vivir en el espacio, tuviéramos cabezas ligeramente más grandes, piernas más delgadas, y pies más pequeños.

Los fluidos en la cabeza también pueden presionar los ojos desde adentro, lo que afectaría o deterioraría nuestra visión.

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(Giphy)

Otro de los efectos de la ingravidez es que los músculos se atrofian, los huesos pierden masa, y ambos se debilitan. Esto podría hacer que los humanos del espacio se vieran más delgados y fueran menos fuertes.

Además, si se les ocurriera volver a la Tierra, les sería casi imposible moverse y puede que hasta les doliera.

Con solo un año en el espacio, Scott Kelly creció unos 5 centímetros. La falta de gravedad ejerce menos presión sobre la espina dorsal y las vértebras se van separando muy lentamente. Así, los humanos del espacio serían más altos que los de la Tierra.

Las misiones espaciales también han revelado que nuestra piel podría hacerse más delgada y delicada, además de que podríamos volvernos más pálidos. Como Marceline… aunque ella es un vampiro.

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(Giphy)

El escenario para los seres humanos que vivieran en la Luna sería muy similar, ya que el satélite tiene una gravedad muy débil, parecida a la ingravidez del espacio. Aun así, los efectos no serían tan drásticos.

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¿Humanos marcianos? Así nos veríamos

Scott Solomon, biólogo evolutivo de la Universidad Rice en Texas, es autor de un libro muy interesante: Futuros humanos: Dentro de la ciencia de nuestra continua evolución.

Este investigador señala que la diferencia en la gravedad (Marte tiene sólo 38% de la gravedad terrestre) podría ocasionar que nos volviéramos más delgados, pequeños y débiles.

Por otro lado, Marte también tiene una radiación superficial mucho más alta que la Tierra. ¿Recuerdas Chernobyl? Bueno, pues esta radiación podría provocar que sufriéramos más enfermedades y con más frecuencia.

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(Giphy)

Morimos o nos adaptamos

El ser humano se ganó su lugar en la Tierra por saber aplicar su inteligencia y conocimiento para sobrevivir, sin importar las condiciones.

La ingeniería genética es algo que ya existe y que se utiliza. Podría aplicarse para ayudar a que nos adaptáramos más fácilmente a las duras condiciones del planeta rojo.

Esto, sumado a la adaptación genética natural y a que la misma radiación de Marte permitiría mutaciones genéticas más rápidas, eventualmente podrían llevar a un ser humano plenamente adaptado al planeta rojo.

Estos humanos serían más altos, robustos y fuertes que nosotros, con huesos más gruesos y músculos más densos.

Además, la radiación marciana también podría provocar que nuestra piel aumente su producción de melanina -que protege contra la radiación y oscurece la piel-.

Algunos científicos, como Solomon, piensan que incluso la piel podría volverse naranja.

La gravedad más baja también provocaría que nuestras cabezas fueran ligeramente más alargadas para facilitar el parto bajo poca gravedad.

Existen otros posibles efectos físicos de la vida en Marte, como lo ha señalada Marta Flisykowska, investigadora y diseñadora miembro del Foro Espacial de Austria.

Podríamos desarrollar extrañas narices que se adapten a la radiación, las tormentas de polvo y otros factores climáticos.

Pero todo este proceso no será rápido. El surgimiento de nuevas especies puede llevar millones de años, pero quizá “solo unos pocos cientos de generaciones, tal vez cerca de 6 mil años” sean suficientes para que la vida humana en Marte lleve al desarrollo de una nueva especie, concluye Solomon.