Para Fafefifofú
Bigote, sombrero y botas. Trenzas, rebozo y blusa floreada. Tequila, pozole y mariachi. Verde, blanco y rojo. Ay, ay, ay, ay. El outfit de los días patrios. El país entra a Instagram, elige el filtro mexicano y tuneado -de adelitas y charros güeros- y celebra la Independencia.
Bebemos lo mismo. Comemos lo mismo. Bailamos lo mismo. Escuchamos lo mismo y después de los tequilas cantamos el verdadero himno nacional: “¡Ay, ay, ay, ay! ¡Canta y no llores! Porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”.
El mariachi sonando por todos lados me hace preguntar: ¿qué tío revolucionario malacopa impuso el soundtrack de estos días?; ¿por qué si todo el año cantamos y bailamos cumbia, rock, banda, norteña, hip hop, salsa, corridos y perreamos hasta el suelo con reggaetones, en estos días nos ponemos a ‘Cielitolindear’?
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El día del one hit wonder forever me trajo hasta aquí a preguntar: ¿Qué tanto sabemos de la música de México?
¿Ooootra vez el “Cielito lindo”?
Han pasado más de 100 años de la creación del “Cielito lindo” y vengo a contarles los dos secretos mejor guardados de la industria cultural en México:
El origen del “Cielito lindo” es incierto, pero hay dos versiones.
La Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) refiere que la canción fue registrada por el músico mexicano Quirino Fidelino Mendoza y Cortés (1862-1957).
Pero la filóloga Margit Frenk asegura, con base en obras de teatro españolas del siglo XVIII, que los ojitos negros vienen de contrabando desde Andalucía, España.
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El “Cielito lindo” se popularizó a partir de la Revolución y se convirtió en un hit en la versión del nuevo mariachi.
Y para no caer en el papel del tío que da lecciones de cultura mexicana en la cena del 15 de septiembre o el recalentado del 16, solo diré que el mariachi tradicional no tiene trompetas, ni los músicos visten pantalones pegaditos con estoperoles, botas y sombreros de gamuza.
Cuentan las malas lenguas que Emilio Azcárraga es el padre del mariachi al estilo de Luismi, Juanga, Alejandro Fernández, etcétera.
Ya entrados en las fiestas patrias entré a Spotify, busqué el playlist propuesto por la plataforma y encontré 4 horas con 3 minutos con 70 canciones de mariachi, mariachi, mariachi y más mariachi.
Dudo que Spotify no sepa que de norte a sur hay una diversidad de músicas mexicanas tradicionales, que no incluye a los concheros New Age o Natalia Lafourcade, y sí incluye, entre muchos más, a Los Ramones de Nuevo León, Selva Negra, Pájaros del Alba, Natalia Cruz, Staku y sus huastecos, bandas de cumbia y músicos locales que, aunque no figuran en la radio y televisión nacionales, son verdaderas rockstars en sus comunidades y comparten sus culturas dentro y fuera del país.
Queda claro que México es chingón no por el charro machín y la adelita sumisa que cantan el “Cielito lindo” a mediados de septiembre, sino por las músicas en resistencia que sobreviven fuera de la industria, por las músicas y los músicos que son reclamados por los vecinos de la colonia, los campesinos, los migrantes, las mujeres en protesta, los homosexuales, los otros y otras que con la música invocan a lo suyo.
En este espacio hablaremos de estas músicas, de quienes las hacen y las escuchan.
Por lo pronto, dejen de ‘Cielitolindear’ y échenle orejita a los siguientes sonidos:
Álbum: Cuidado que ahí va el caimán
Álbum: Esencia de mi tierra
Álbum: Ecos del Sur – 30 Aniversario (Música Tradicional de Guerrero)
Álbum: La Manta
Álbum: Caribe mar sincopado
Álbum: Música de Banda
Da clic en este enlace para escucharla.