No podríamos hablar de cumbia sonidera o mexicana ni de los sonidos urbanos de Monterrey sin pensar en Celso Piña. El llamado Rebelde del Acordeón tenía una manera muy sencilla de ver la vida y en su música jamás se hablaba de tristeza y celebró la vida, la naturaleza y las cosas simples en todas sus canciones.
Celso Piña nació el 6 de abril de 1953 en Monterrey, Nuevo León. Creció en la colonia Independencia en donde comenzó a tocar música regional con sus hermanos Eduardo, Rubén y Enrique con quienes daba serenata a las chicas del barrio.
Te recomendamos: Celso Piña, el rebelde del acordeón, muere de un infarto
Su primer acordeón fue un regalo de su papá. Se trataba de un instrumento de segunda mano con el que Celso trataba de interpretar las cumbias que escuchaba en su tocadiscos en la década de 1970 y escuchaba la música de intérpretes colombianos como Aníbal Velásquez y Alfredo Gutiérrez.
En entrevista con DW, asegura que aprendió a tocar de manera autodidacta porque en Monterrey “no encontraba a un maestro que me enseñara el género [tropical]. Quizá si me hubiera ido por el género norteño pues cualquiera me hubiera enseñado, allá todos tocan el acordeón. Corridos, chotis, guapango, todo eso”.
Celso contaba que a finales de la década de 1970 se dedicó a buscar música colombiana, a escucharla y a tratar de interpretarla en su acordeón durante “cuatro o cinco años”.
El músico consideraba a figuras como Aníbal Velásquez como maestros virtuales porque “porque yo llegaba de trabajar, agarraba el disco y lo ponía e intentaba interpretar las canciones”.
También te puede interesar: Amber G: la intérprete que convierte el hip hop en lenguaje de señas
Finalmente grabó su primer disco en 1980, a pesar de que muchas personas que conocían su música no entendían por qué tocaba el acordeón así, tan alejado del folclor norteño.
“En Monterrey creían que tocaba raro. Yo quería tocar vallenato”.
“¿Cómo voy a tocar cumbia en Colombia de donde es la auténtica cumbia?”, se preguntaba Celso Piña cuando se presentó por primera vez en este país.
Una de las razones por las que la cumbia colombiana se importó a Monterrey fueron los vinilos que llegaba a la ciudad desde la Ciudad de México o Estados Unidos, específicamente Houston, Texas, una ciudad vecina.
Durante 20 años, Celso fue un músico local hasta que en el año 2000 se aventuró a “salir al mundo” y para lograrlo necesitaba “hacer otra cosa, idear algo. Platicando con unos amigos pensamos en hacer algo locochón” y no temieron combinar instrumentos y sonidos como hip-hop, rock e incluso reggae y ska para finalmente crear Barrio Bravo.
Este álbum incluye “Cumbia Sobre El Río”, la carta de presentación de Celso Piña en todo el mundo.
En esta canción colabora con Pato Machete, del grupo de hip-hop Control Machete.
En entrevista para DW, Celso asegura que “lo que le gustó a los colombianos es que [su cumbia] no es una cumbia como la que tocan ellos, está revuelta con otras cosas, con otros sonidos. Es como más agresiva”.
“Yo soy un heavy metal de cumbia. Me gusta sentirla, que oigan fuerte todo, con ganas”