La Vida Moderna de Rocko es una de las caricaturas clásicas de Nickelodeon con la que muchos crecimos. Nos entretenía ver cómo es que este wallaby buscaba adaptarse no sólo a un nuevo país, sino también a una nueva vida y esta precisamente era eso a lo que conocemos como: La Adultez (suena medio imponente, ¿no?).
Este personaje regresó a la pantalla en La Vida Moderna de Rocko: Cambio de Chip, una película de Netflix en la que no solo sigue buscando respuestas a cómo ser adulto sino que también su creador Joey Murray, retoman temas actuales como la inclusión al presentar a un personaje trans.
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Rocko’s Modern Life (por su nombre en inglés) se transmitió en Nickelodeon Estados Unidos de 1993 a 2004 y en la San Diego Comic Con de 2017 se anunció que regresaría a la pantalla en una adaptación de la historia a la vida actual.
En Rocko’s Modern Life: Static Cling, Rocko regresa a la Tierra luego de estar en el espacio durante 20 años.
Además de la compañía de sus amigos Heffer y Filburt, lo que los animaba eran un videocasete de Los Cabezagorda, una serie de televisión de los 90 que ven una y otra vez hasta que regresan a casa y descubren que se convirtió en un recuerdo porque dejaron de transmitirla.
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Este es el sentimiento que nos quedó cuando Rocko terminó y, aunque han pasado muchos años, ahora nos damos cuenta de esta caricatura bien pudo haber sido una guía de preparación para la vida adulta, ¿o acaso no han vivido en carne propia alguna de las crisis de este personaje?
Estas son algunas de las lecciones para la vida adulta de Rocko y sus amigos de O-Town
Rocko tiene que comprar una televisión nueva y como no tiene dinero usa su tarjeta de crédito para comprar una en cientos de mensualidades que terminarán pagando sus hijos. Lo que pretendía ser la compra de un equipo sencillo se convierte en un gran despilfarro.
(Nickelodeon)
En otro de los episodios parodian a los típicos centros comerciales con muchos niveles de estacionamiento.
Van a uno que es tan grande, con tantas tiendas y tan lleno de gente que él y Heffer encuentran un lugar para su auto en el último piso del estacionamiento que está en espacio exterior.
Rocko trabaja en una tienda de cómics y, a pesar de que es independiente, el dinero no le sobra. En algunos capítulos esto se convierte en una cuestión que lo lleva a elegir entre comprar o no ciertas cosas y a ahorrar en todo momento.
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En la década de 1990 el tema del reciclaje no era tan importante como en la actualidad. En la serie dedican un capítulo a que aprendamos qué son las tres R: reducir, reutilizar y reciclar, incluso quien lo explica es una composta que canta.
Rocko es el encargado de una tienda de cómics y, en un episodio, contrata a Filburt como su asistente. Esto lo convierte en esa persona que le hace la vida complicada todos los días: su propio jefe gruñón.
A pesar de que en Rocko se hacen muy pocas referencias LGBT+, en entrevista con Cosmopolitan, sus creadores confirmaron que el capítulo en el que el señor Cabezagrande oculta su afición por los payasos en realidad era una manera de abordar el tema de “salir del clóset” y asumir el hecho de ser homosexual.
Varios de los escritores de la historia eran abiertamente gays.
Rocko no era precisamente rico, pero muchas veces la influencia de sus amigos lo hacían caer en tentaciones como gastar como loco. En un capítulo compra una aspiradora que Heffer y él ven en televisión, era es tan gran y poderosa que tiene la capacidad de devorar todo… incluso a su perro.
Existen varios capítulos de la serie en los que se Rocko se preocupa por mantenerse saludable como aquél en el que él y Heffer se inscriben al gimnasio.
Ahí podemos a varios de los estereotipos con los que, aún nosotros en la actualidad, convivimos cuando vamos a hacer ejercicio. También podemos recordar aquel episodio en el que se obsesiona tanto con quitarse un brócoli de los dientes que termina en el hospital sin poder deshacerse del vegetal.