Sergio Flores Thorija es un chilango completamente enamorado de Tijuana: de la diversidad de rostros, del movimiento incesante, de la cantidad inagotable de historias por contar. Por eso se fue a vivir a la ciudad fronteriza para hacer Travesías, su segunda película, que se estrena este 13 de octubre en cines de todo el país.
Con este estreno, Sergio de alguna manera está atravesando “un divorcio” de su película: es dejar atrás una ciudad que le apasiona, es cerrar un ciclo con las protagonistas con las que convivió durante al menos un año todos los días, es que el mundo entero vea las historias de Alejandra y Víctor con quienes creó una relación sumamente personal.
“Psicológicamente hablando es difícil y entras en una depresión post rodaje, pero también siento que es como divorciarse: le dedicaste años de tu vida, vertiste todo tu corazón. Es el amor de mi vida: el cine, mis pelis, y di todo por Travesías y por estas relaciones hiper personales y de repente, de tajo se acaba y tienes que continuar con tu vida”, dice en entrevista para Animal MX.
Para lograr una confianza plena entre actores y director, Sergio Flores Thorija construyó una relación de amistad con las protagonistas.
“Todo se construye a base de la honestidad. Desde un principio les digo lo que espero de ellos, cómo va a ser la peli, lo que tendrán que hacer. Luego se crea esta relación, que es lo más bonito”, relata Sergio. “Es un proceso súper bonito porque vas descubriendo la película conforme los vas conociendo a ellos, conforme vas conociendo la ciudad y al equipo. La película se va creando por sí sola“.
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El director mexicano sabe que Travesías lleva su nombre y firma, pero también sabe que una película se hace en comunidad.
Por eso hace hincapié en cuidar a quienes conforman el equipo de rodaje (algo que, dicho sea de paso, puede ser complicado por los tiempos y las dinámicas de la industria del cine).
En el caso de Travesías, el crew era pequeño, de seis personas para ser precisas, rodando por dos meses.
“Me ayuda en el sentido de que todos aquí sí somos fundamentales“, dice Flores Thorija. “Creo que todo el mundo sí se siente muy importante, ¡porque lo son en verdad!”.
Además, su estilo de cine con tomas muy largas y planeando una sola toma al día y usando en su mayoría luz natural, le daba la oportunidad de trabajar ocho horas, ensayar lo suficiente y grabar solo no necesario.
“Es conectarnos entre nosotros cañón y ponernos las pilas porque la toma tiene que salir en los siguientes 10 minutos o se fue la luz natural que yo quería, en el momento en que se va el sol, ahí se acaba mi día de rodaje”.
Alejandra vive en Tijuana y se dedica a poner uñas y trabaja en una maquila; Víctor estudia Negocios en San Diego y quiere iniciar su propia empresa.
En distintos hechos, ambos tienen que viajar al otro lado de sus respectivas (e inútiles) fronteras: él quiere rastrear sus orígenes familiares; ella va en busca de su hermano. Aunque cada quien vive su propia historia, sus vidas de alguna manera son paralelas y complementarias porque, seamos honestas, Tijuana y San Diego deberían ser una sola ciudad.
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