La película Sin Señas Particulares resuena entre los mexicanos porque es un homenaje fílmico a los familiares de las personas desaparecidas en este país. De pronto las cifras, por contundentes que sean, resultan incomprensibles. Ese es el problema con los números que sustituyen vidas.
En 2018, la directora Fernanda Valadez y la productora y guionista Astrid Rondero filmaron Sin Señas Particulares, una película que nació a partir de la lectura de textos periodísticos sobre violencia y narcotráfico, entre ellos, los del periodista Javier Valdez, quien fue asesinado a tiros en 2017 por un comando que escapó del lugar.
Entonces, como ahora, se hablaba de narco, desaparición forzada, feminicidios, trata.
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“Cuando uno ve cifras, ve las noticias o las escucha, suenan de pronto hasta improbables. Hay algo a la hora de recibirlas, una especie de distancia en la que nosotros podemos procesar parte de la información y que nos puede enojar o hasta conmover, pero hasta cierto punto. Hay algo que es como una especie de secreto entre las víctimas y los victimarios al cual, a través de la noticia, uno no puede acceder a pesar de que se entere de todos los detalles. Eso es algo que sí tiene la ficción: estar ahí, vivir eso, atravesar por las peripecias de lo fatídico en el encuentro de dos seres que se van a hacer daño”, dice en entrevista Astrid Rondero.
La cinta, que se estrena este 5 de agosto, está basada en gran parte de los textos e investigaciones del periodista sinaloense, cofundador y editor del semanario Ríodoce.
Sin señas particulares, ganadora del 18 Festival Internacional de Cine de Morelia, retrata el viacrucis de Magdalena (Mercedes Hernández), quien deja su hogar y viaja a la frontera norte en busca de su hijo desaparecido.
A Mercedes Hernández la hemos visto en series como Somos, Capadocia y Luis Miguel: La Serie, y en películas como Nuevo Orden.
Y aunque Sin señas particulares toca fibras en los mexicanos, la historia se cuenta universalmente por sí misma. La delgada línea que divide lo general de lo particular, lo nacional de lo global, desaparece por un mal común.
“En los países de Latinoamérica hemos crecido en una especie de deterioro social. Cada vez sentimos o entendemos menos emocionalmente lo que sucede porque las situaciones que vivimos son de una violencia extrema. Ese es el espacio que sí tiene la ficción, que nos quite esas capas de insensibilidad.
“Seguimos viviendo en una violencia así, como la de la guerra contra el narco. Por ahí dicen algunos analistas que hasta más. Estamos todavía en guerra y el único elemento que sí es comprensible en cualquier en cualquier cultura es la guerra, lo que implica un Estado fallido, territorios perdidos, la deshumanización”, explica Astrid Rondero.
El filme se presentó en el Festival de Sundance 2020 y gustó tanto que ganó el premio de la audiencia y el premio especial del jurado a Mejor Guion. También ha girado en festivales de cine en todo el mundo y se ha presentado en países como Perú, Ucrania, Rusia, Corea, Bélgica y Estados Unidos.
En todos estos lugares, el público entendió el lenguaje de terror, de la violencia, de la guerra. Y en México, particularmente, ha sido bien recibido por la gente para la que se hizo el filme.
“Teníamos mucha preocupación de cómo la iba a recibir el público, y particularmente el público al que queremos llegar y que está interesado por los derechos humanos, pensando en que, en el fondo de nuestra cabeza queríamos que este fuera un homenaje para los familiares de los desaparecidos, y particularmente para las madres.
“Para nosotros era muy importante que la vieran representantes de los derechos humanos y activistas de buscadoras. Es muy importante que esta película se incorpore a la conversación de lo que nos está pasando en México con respecto a la desaparición forzada”, opina Fernanda Valadez.
La ópera prima de Fernanda Valadez solo estará en cines, por el momento.
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