“¿Hace cuánto que hiciste a una nueva amiga o amigo?”, pregunté en redes sociales. La respuesta fue variada: algunos hace unas cuántas semanas, otras hace años. “¿Te parece fácil hacer una nueva amistad en la adultez?”. Esa respuesta sí fue más uniforme: No, al contrario, cada vez se hace más difícil formar nuevos lazos.
Cada quien da sus propias razones: que si hay poco tiempo, que si trabajo mucho o si le dedico más tiempo a mi familia. En algo que la mayoría coincide es que en la adultez el miedo al rechazo y la pena de acercarte a personas nuevas influye bastante.
Por ejemplo, en agosto Rodrigo Pedroza se mudó a otro país: de la Ciudad de México se lanzó a Memphis, Estados Unidos, para trabajar. Desde hace meses sus días se van entre la chamba como profesor e investigador y… largos períodos de silencio.
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Aunque es una persona introvertida, nunca le había costado hacer amigos hasta ahora. “Estando acá se me hecho no difícil, sino imposible socializar. O sea, conozco a gente, la saludo y se acabó; pero no tengo amistades y llegué acá cuando todavía estaba el covid”, cuenta el neurobiólogo chilango.
Para Rodrigo la covid, el no conocer a nadie en la nueva ciudad y su personalidad fue el combo que le han imposibilitado crear nuevos lazos de amistad en los últimos ocho meses.
Melany Tapia tiene 26 años y, como Rodrigo, se mudó en plena pandemia a otra ciudad: dejó a su familia, amigas y novio en la CDMX y ahora trabaja entre Guanajuato y Querétaro.
El inicio fue emocionante, pero con el tiempo se ha tornado difícil: a la única persona conocida y cercana que ve todos los días es a su mamá “y yo creo que ya la tengo harta”, dice a carcajadas.
Mel es extrovertida, sensible y tiene una energía contagiosa. Y sí, disfruta de momentos a solas, pero también su pila “se recarga” cuando está rodeada de sus amigas.
Con un ritmo de trabajo como wedding planner y diseñadora y viajando constantemente entre distintos estados, las nuevas amistades nomás no llegan.
Y, tanto para ella como para Rodrigo, se nota en el ánimo y la salud.
Las amigas son buenas para la salud. No lo digo io, lo dice la ciencia: las personas que celebran contigo los tiempos buenos y dan soporte en momentos difíciles son necesarias.
Un reporte de Mayo Clinic explica que, además de sacarte del aislamiento, las amistades reducen los niveles de estrés, incrementan el autoestima y la confianza en nosotras mismas, además de que ayudan a evitar hábitos dañinos (como beber en exceso, por ejemplo).
“Adultas con conexiones fuertes tienen muchísimos menos riesgos de problemas de salud, incluidas la depresión o tensión arterial alta”, dice el reporte y agrega que, incluso, las personas que tienen amistades significativas viven más que aquellas con pocas conexiones.
Rodrigo lo ha experimentado en carne propia. Los meses en los que tuvo menos contacto con amigos y amigas en México y, con las dificultades de socialización en Memphis, comenzó a deprimirse y beber más alcohol.
“Hay días que no abro la boca para nada”, dice. “Me di cuenta que me estaba deprimiendo porque todo el tiempo me sentía cansado, todo el tiempo tenía sueño y empecé a tomar mucho”.
Cuando se dio cuenta, tuvo que revirar y buscar otras actividades. Además, coincidió con que volvería a CDMX para pasar las fiestas de fin de año con su familia, amigos y novia. Un respiro para su salud emocional y mental.
La realidad es que sí, e influyen muchos factores.
Para empezar, la personalidad de cada quien: las personas extrovertidas “cargan su energía” con su relación con otras personas; mientras las introvertidas no suelen relacionarse rápidamente de forma íntima con más gente, explica la psicóloga Blanca Sánchez del Valle, especialista en terapia racional emotiva.
“De adultos nos cuesta más trabajo, somos más selectivos. Influye tu historia de vida, tus experiencias, si has tenido malas experiencias con tus amistades, te vuelves más reservado”, dice la especialista.
Volviendo a las respuestas en redes sociales, al preguntar “¿te cuesta más trabajo hacer una nueva amistad en la adultez?” estas fueron algunas de las respuestas recibidas:
Entre muchas otras respuestas, el tiempo y la disponibilidad de las personas se repitió.
Las amistades requieren tiempito, paciencia, dedicación, atención y cuidados. Mientras socialmente nos volcamos a cuidar de nuestra familia y pareja, a las amistades solemos dejarlas en el último eslabón: damos por sentado que ahí estarán.
Sin embargo, los beneficios de tener con quien cotorrear, reír, llorar y —por supuesto— chismear bien valen el esfuerzo.
Hace días, escuchando el pódcast que conducen unas amistades abordaron el tema sobre cómo hacer nuevos amigos y algo captó mi atención: hay cierta vulnerabilidad en conocer a nuevas personas, compartir parte de ti y hacer crecer la intimidad, hasta que se consolida.
Ya en una charla aparte, Javier Basurto, uno de los conductores de Nadie Nos Dijo (así se llama el pódcast), dice que mientras con tus amistades de toda la vida te sientes tú mismo porque te han visto crecer y tu evolución personal, “las nuevas amistades me parece que son una gran oportunidad para empezar de cero”.
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Incluso, expandir los círculos de la amistad puede ser benéfico: desde temas laborales hasta en escuchar otros discursos y puntos de vista que, con las personas que tienes años de conocer ya están más que entendidos.
Si estamos en un momento en el que queremos expandir nuestros lazos de amistad, la psicóloga Blanca Sánchez recomienda hacernos algunas preguntas antes.
“Pregúntate «¿para qué quieres más amigos?». Ahí vas a descubrir tus razones profundas para querer ampliar tus lazos. También es importante cuestionarnos «¿qué tipo de personas quieres conocer?»”. Y, por último pero no menos importante, la especialista recomienda frecuentar espacios en donde existan personas que coincidan con tus valores.
Alberto Vega es amiguero —tal vez por eso estudió periodismo y se dedica a las relaciones públicas— a donde va forma lazos estables: con la comunidad de ciclistas, en su empleo, amigos de amigas.
El último amigo cercano que hizo fue hace un año: se llama Lázaro, es español y se conocieron por amigos en común cuando recién había llegado a CDMX. Alberto fue la persona que lo llevó de paseo por la ciudad cuando todo era nuevo y le ayudó a conseguir un apartamento donde vivir.
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“Fue muy sencillo que nos lleváramos bien desde el primer día”, dice Beto para quien considerar a una persona una amiga no sólo se trata de caerse bien —que es importante— sino de poder empatar intereses, valores y, poco a poco, ganarse la confianza.
“Tener la capacidad de poderle contar cosas y que sea un soporte y que también esa persona cuente conmigo. Que haya entendimiento”.
Como Alberto, Javier también tiene estrategias de abrirse a nuevas amistades.
Algo importante para Javi es quitarse la etiqueta de “es el amigo de mi amiga”. Si te llevas bien con una persona, también puedes tener actividades y dinámicas específicas con la otra persona. “Con los amigos tenemos que funcionar como puentes y dejar que el otro haga relaciones de manera directa”.
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Además, explica Javi, no cada persona nueva que conozcas debe ser La Mejor Amiga™. “Creo que sí tenemos que abrir el abanico“, dice.
Por ejemplo, saber quiénes están en nuestro círculo más cercano (tu mejor amiga de toda la vida, por ejemplo); o personas con intereses en común con quienes te sientes cómoda para salir a conciertos, al café o incluso tomar clases de algún tema que les guste.
Otra estrategia recomendada por Mayo Clinic es visitar cotidianamente lugares nuevos -una cafetería o un parque, por ejemplo- o tomar cursos y talleres de actividades distintas a lo que sueles hacer.
A Melany Tapia le funcionó un tiempo: asistió a un taller de floristería y conoció a muchas mujeres de otras ciudades y de diferentes edades. “Estar otra vez entre puras mujeres fue muy emocionante“, dice.
A la mayoría es difícil de verlas porque son de distintas ciudades (“¡y otra vez volvemos a lo mismo!”, dice en referencia a que no pudo formar un lazo estable en la misma ciudad como buscaba en un inicio), pero no tiene tiene dudas de que, el período que duró el taller y que convivió con personas con un interés común, además de aprender una nueva habilidad, fue benéfico para su salud mental y emocional.
Y sí, como a Mel, lo más seguro es que si queremos buscar nuevas amigas nos llevará tiempo para que las personas puedan ser de un círculo más íntimo, pero la compañía, el aprendizaje mutuo y la confianza que se construye bien lo valen, ¿no?