Cada invierno, cientos de personas buscan la oportunidad de realizar avistamiento de ballenas en México. Y no es para menos, pues estas criaturas gigantes regalan un espectáculo natural que deja con la boca abierta a cualquiera.
“Casi todo mundo que conozco y que ha visto alguna ballena por primera vez como que los cambia. Se dan cuenta de la grandeza de la naturaleza”, describe Diane Gendron, quien lleva poco más de 30 años estudiando a las ballenas en Baja California y es investigadora y docente del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) del IPN.
De diciembre a marzo y abril, las personas quieren ver a estos gigantes que llegan a aguas mexicanas. Sin embargo, muy pocas están conscientes de todo lo que hay detrás de este fenómeno.
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Tanto Daine Gendron como Astrid Frisch, bióloga de Ecología y Conservación de Ballenas (ECOBAC), coinciden en que debemos estar muy orgullosas sobre el nivel de biodiversidad que hay en nuestro país.
Y es que de acuerdo a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), dentro de los 17 países “mega diversos” que hay en todo el mundo México ocupa el quinto lugar, pues aproximadamente aquí habitan 12% de las especies que existen en el planeta.
Esto también aplica para las ballenas que se pueden encontrar en las costas del Pacífico mexicano, pues aquí tenemos ocho familias distintas, aunque las más populares son la ballena azul, la gris y la jorobada y de hecho, son estas tres las que tienen hábitos y rutas migratorias más notables.
Como dato curioso: Diane Gendron comenta que muy poca gente sabe que hay ejemplares de la ballena de aleta, la segunda más grande del mundo, que viven todo el año en el Golfo de California; específicamente en la región de Loreto, Baja California Sur y en Bahía de los Ángeles, en Baja California.
Solo la ballena azul la supera en tamaño. Foto: Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
¿Pero por qué estos gigantescos animales hacen viajes de miles de kilómetros año tras año? Tal y como pasa con las mariposas monarca, este fenómeno sucede porque buscan un clima más cálido durante el invierno.
La especialista Diane Gendron explica que en esa temporada en la zona Norte del mundo “la inclinación del sol es mucho más pronunciada, por lo que no hay tanta luz en el día y hay un decremento en la producción de alimento”.
Pero no solo es eso, ya que las ballenas que migran buscan aguas más cálidas para dar a luz y también para reproducirse. En el caso de las crías, la especialista Astrid Frisch explica que estas nacen sin capa de grasa en el cuerpo, la cual es muy útil para aislarlas del frío que hace en el norte.
“También pueden crecer un poco más rápido porque no están gastando energía en mantenerse calientes”, añade la investigadora.
Hay que tomar en cuenta que una ballena tiene una gestación de entre 10 y 12 meses, por que lo que conciben una cría cada dos o tres años.
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¿Qué ballenas son las que migran hacia México anualmente? A continuación te dejamos un poco de información sobre las tres especies que ya mencionamos anteriormente:
La ballena azul, es el mamífero más grande que existe en el mundo, pues mide entre 24 y 27 metros de largo y pesa entre 100 y 120 toneladas. Además, es una especie cosmopolita, pues habita en todos los océanos. Y sí, una población pasa por el Pacífico Norte de México y el Golfo de Baja California.
Su migración es de enero a marzo, cuando llega desde las heladas aguas del Golfo de Alaska hasta las aguas del Área Natural Protegida Bahía de Loreto, en Baja California Sur.
La ballena azul es el mamífero más grande del mundo. (Foto: Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas)
Por otro lado, la ballena gris es la que hace una de las migraciones más largas (unos 16 mil kilómetros que recorre en tres meses). Pues habita en el Mar de Bering -al norte del Océano Pacífico- y en invierno llega a la costa de la Península de Baja California y Golfo de California.
La ballena gris es la más “fácil” de ver. (Foto: Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas)
El lugar ideal para observarlas es la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno, en Baja California Sur. Aquí se incluye la Laguna Ojo de Liebre, la Laguna San Ignacio y la Bahía Magdalena.
De hecho, Diane Gendron explica a Animal MX que esta especie es la más “fácil” de ver debido a que se queda en estas lagunas costeras. “Puede ser una salida de una hora; en cambio con la azul, no hay manera. Necesitas de unas cuatro o cinco horas”, comenta la investigadora.
La ballena jorobada es famosa por las volteretas que da al tomar aire. (Foto: Ecología y Conservación de Ballenas A.C./Ecobac)
Por último, la ballena jorobada es de las más vistosas debido a los grandes movimientos y volteretas que suele hacer en la superficie cuando sale a tomar aire o a alimentarse. También es de las más conocidas gracias al cántico tan particular que realizan los machos.
Astrid Frisch, quien también es la coordinadora nacional de la Red Nacional de Asistencia a Ballenas Enmalladas (RABEN), platica que esta especie se encuentra prácticamente en todas las cosas del Pacífico Mexicano, comenzando desde Baja California y a veces se le puede ver hasta en Oaxaca.
RABEN existe desde 2012 y se dedica a rescatar y dar asistencias a ballenas que quedan atrapadas en redes de artes pesqueras. Hasta la temporada del 2020 han atendido 148 reportes a nivel nacional y liberado con éxito 57 ballenas de distintas especies.
Tanto Diane como Astrid reconocen la importancia del avistamiento de ballenas en México como actividad económica y turística. No solo para grandes empresas, sino también a nivel local donde pueblos que se dedicaban a la pesca se transformaron para ser prestadores de servicios.
Sin embargo, Astrid Frisch también explica que una de las nuevas amenazas para las ballenas de cualquier especie son las colisiones con embarcaciones: “estas se dan con todo tipo, desde las de gran calado, como buques mercantes, hasta las pequeñas que podrían ser recreativas”.
Diane Gendron añade que estas embarcaciones también pueden molestar con el ruido que provocan los motores. Pero también, las que hacen específicamente avistamiento de ballenas pueden ser muy invasoras.
“Las lanchas tratan de llegar muy cerca a las ballenas para tomar fotos, para que las personas estén contentas y eso sí afecta a las ballenas que hasta se van y ahí van a corretearlas”, añade.
De igual manera, hay que recordar que varias ballenas vienen a dar a luz, y aunque es maravilloso poder ver a sus crías, también debemos de tener respeto. Pues al final de cuentas es hostigar a un bebé y su madre no que quedará pacientemente observando sin hacer nada.
Entonces, ¿es posible verlas de manera responsable? La respuesta es sí, y para conseguirlo se han realizado una serie de acciones importantes.
La más importante es la Norma Oficial Mexicana NOM-131-SEMARNAT-2010 (y que puedes consultar aquí), que establece los lineamientos y especificaciones a los que deben someterse quienes den el servicio de observación de ballenas.
Uno de los puntos más importantes es el de la velocidad máxima permitida de navegación dentro de las áreas de observación, pues como comentó Astrid, mientras más lento vayan, menos colisiones accidentales habrán.
También en ella se especifica que solo cuatro embarcaciones pueden estar en torno a una sola ballena y también que solo pueden permanecer observándola un tiempo máximo de 30 minutos.
Aquí se muestra la distancia máxima que deben mantener las embarcaciones dependiendo de su tipo. (Imagen: ECOBAC)
Hay otras prohibiciones como usar embarcaciones tipo jet-ski o motos acuáticas, kayaks, canoas e inflables a remo, sumergibles, dinguis, bananas.
O también señala la importancia de no provocar la dispersión de ballenas y de no interponerse entre una madre y su cría, aquellas que estén aparéandose o pariendo.
La experiencia de Diane Gendronn en el Parque Nacional Bahía de Loreto es prueba de que se pueden hacer enormes cambios en esta actividad.
Ella cuenta a Animal MX que hace un par de años los mismos capitanes y operadores de servicios se acercaron a ellos como investigadores a través del Programa de Conservación de Especies en Riesgo (PROCER) para encontrar una mejor manera de realizar avistamiento de ballenas en México.
“Veían que muchas veces en el mar tengo el motor apagado; entonces me empezaron a preguntar por qué nos quedábamos ahí parados”, comenta Diane, quien les explicó que no tenían por qué corretearlas pues ellas dan vueltas y regresan.
En conjunto, comenzaron a trabajar y a aprender sobre cómo la presencia de las lanchas estaba cambiando el comportamiento de buceo de estos animales, incluido qué tanto se quedaban en la superficie.
Cuenta con felicidad que ellos mismo decidieron intentar esta táctica que nombraron “observación pasiva” al hacer algo muy sencillo: llegar a las zonas de observación, apagar el motor y ver qué pasa.
“Les funcionó muy bien porque las ballenas estaban bastante cerca, gastaban menos gasolina y hasta las ballenas que estaban comiendo no se movían mucho”, platica la investigadora, quien espera que esta práctica pueda llega a muchas otras zonas donde hay ballenas en México.
Aquí puedes ver un poco más sobre esta experiencia:
Astrid Frisch insiste en que quienes hacen turismo también tienen el enorme poder y responsabilidad de cambiar las malas prácticas, por lo que lo primero que nos recomienda es asegurarnos de que los tour operadores con quienes vamos a viajar tengan el permiso oficial de la SEMARNAT, el cual se identifica a través de una banderola que portan las embarcaciones.
“La tripulación debe haber tomado cursos, conocer la Norma 131, qué es lo que se debe y que no se debe hacer y tener conocimiento básico sobre las ballenas que se van a observar”, añade.
Igualmente, recomienda que si hay algo con tu tour con el que no te sientas cómoda, lo hagas saber. Pues incluso comenta que en una encuesta que realizaron hace un par de años, las mismas persoans decían que no se sentían cómodas si había más de cuatro embarcaciones cerca de la misma ballena.
Y es que la investigadora nos recuerda que estas criaturas no necesariamente están “atadas” a hacer escala en México: “Hemos visto en otros lugares que si no encuentras las condiciones óptimas, las ballenas dejan de regresar a ese lugar“.
Sin duda el avistamiento de ballenas es una experiencia única, inolvidable y que si está dentro de tus posibilidades debes disfrutar. Pero ahora, ya sabes que sí se puede hacer de manera responsable, así que has todo lo posible por cuidar de ellas.