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Jul 18/2019

Relaciones sin nombre: el perpetuo “estamos saliendo”

Ilustración: IG @driu.paredes / @re_ilustrador

Nombrar las cosas nos permite tener cierto control sobre ellas. Lo saben los religiosos que se niegan a ponerle nombre propio a Dios. Lo saben las víctimas de violencia que enuncian sus experiencias como parte de un proceso de sanación y emancipación. Lo supo Nicanor Parra cuando escribió “Pronunciando tu nombre te poseo”.

Nombrar una relación sirve lo mismo para limitar que para posibilitar. Un noviazgo no tiene el mismo nivel de compromiso que un matrimonio, pero el matrimonio carece de la ingenuidad y emoción del noviazgo

Una relación de amantes posibilita un nivel de pasión sexual que se encuentra en pocas relaciones, pero probablemente carezca de la complicidad amistosa que se tiene con un fuckbuddy

Imagen: Sony Pictures

Un fuckbuddy no tendrá la misma legitimidad al exigirle tiempo y espacios para compartir, como sí se hace en el noviazgo. 

Una relación de amantes se traduce en que la mayoría de las veces que se vean tendrán relaciones sexuales, costumbre quizás deseable, pero con frecuencia ausente en un matrimonio. Límites y posibilidades.

¿Pero qué pasa cuando las relaciones no tienen nombre? ¿Qué sucede cuando decides no ponerle una etiqueta prefabricada a una relación y la defines como un perpetuo “estamos saliendo“?

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¿Qué es el “estamossaliendo”?

El estamossaliendo es un lugar de indefinición: se entiende que hay un vínculo, pero no propone de entrada un proyecto de pareja. 

Mientras que un noviazgo casi siempre tiene el matrimonio o el concubinato en el horizonte, el estamossaliendo sólo se trata de disfrutar el deseo en el momento actual, sin el compromiso de una promesa futura. 

Por eso su tiempo es el presente, el gerundio, el ir viendo, el “estaremos juntos mientras lo estemos disfrutando”. 

El estamossaliendo es como si congeláramos el tiempo en el punto exacto que divide el dulce período de ligue y el momento de definición de la relación.

Esto abre varias posibilidades. Por un lado se apuesta por el goce de la compañía de la otra persona sin las constricciones propias del noviazgo tradicional, como la monogamia. 

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En la mayoría de los estamossaliendo eres libre de salir con otras personas si así lo deseas y sin mayor explicación. No hay necesidad de una etiqueta para tener sexo, esto se decide por la presencia del deseo y nada más. 

Se pueden priorizar otras actividades sin culpa: trabajo, estudios, familia, amigos, ocio. Los compromisos y promesas no se extienden más allá de un par de semanas y no hay necesidad de hacer una introducción formal de la relación a la sociedad porque no existe una relación formal. 

A diferencia de las relaciones de amantes, el estamossaliendo no existe en secrecía, y aunque existe pasión, mantenerla viva no suele ser una preocupación importante. 

El estamossaliendo puede terminar en noviazgo o en amistad, pero incluso cuando no y aunque la separación duela, se entiende que la tragedia es menor y que la tristeza va a pasar. Al fin y al cabo siempre se puede buscar a alguien más con quien salir.

Pero el estamossaliendo también tiene limitaciones. La indefinición suele demostrar una verdad amarga: nuestras emociones no suelen ir a la velocidad de la deconstrucción de nuestras ideas. 

OMG: ¡quieres algo más! 

¿Qué pasa cuando resulta que tu estamossaliendo está saliendo con alguien más y sientes celos, pero no tienes “la legitimidad” necesaria como para hacer un reclamo o petición? 

¿Qué sucede cuando te haces la promesa de no involucrar emociones, pero un día das un beso que te hace sentir algo que no esperabas? ¿O cuando te invitan a una boda y no puedes imaginar mejor compañía, pero temes que sea un compromiso demasiado formal? 

¿O cuando te enfermas y sueñas con recibir los cuidados de esa persona, pero eso supondría un nivel de intimidad distinto a lo acordado? 

¿Qué pasa cuando la promesa inicial de no hacer promesas interfiere con deseos que se descubren sobre la marcha? 

Si tu pareja te deja de responder un par de días por WhatsApp sería lógico que preguntaras por qué, pero si no es tu pareja sino sólo una persona con la que tienes sexo tres veces a la semana, duermen juntos, cucharean pero no son nada, ¿es válido hacer el mismo reclamo?

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¿Qué hacer? ¡Hablar! 

Pienso que sí. Podemos apostarle todo al presente y a la indefinición, pero en algún momento nuestros cerebros y corazones van a querer asomarse al horizonte. 

Incluso los amantes alimentan su vínculo con la promesa de un encuentro futuro: ese es su compromiso. 

Tomar un paseo sin rumbo es divertido por unas horas, pero en algún momento vas a querer saber que llegarás a algún lado —y vas a necesitar una brújula que te indique si vas por el camino que buscas-.

Una relación no existe a partir de que se etiqueta, sino se va formando por el tiempo y el deseo que se comparte. Negarle nombre a un amor no cancela ese amor. 

como saber si quiere algo serio

No necesitas nombrar a Dios para tener fe, no necesitas nombrar violencias para sufrir sus efectos, no necesitas pronunciar el nombre de alguien para desearle, es decir, no necesitas nombrar a una relación para que exista una relación.

Apostarle a la libertad siempre es bueno y rechazar las limitaciones de las relaciones tradicionales es una apuesta noble y necesaria, pero pretender que la libertad y la emancipación lleguen por medio del desapego frío e irresponsable es, cuando menos, ingenuo.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Cómo resolver de forma sana las tensiones que naturalmente surgirán de las contradicciones que implican la indefinición de solo estar saliendo?

Es hora de cuestionar las etiquetas

Una opción sería dejar de pensar las etiquetas como el enemigo a evitar y, más bien, como categorías que deben ser cuestionadas y resignificadas. 

Las etiquetas pueden ser prisión y hogar al mismo tiempo. Si la relación va a existir de todas formas, lo que importa no es cómo se nombre, sino lo que se hace con ella. En las relaciones humanas, los cuidados deberían ser más importantes que las formas.

Imagen: AMC

Todas las relaciones requieren cuidados y todas las relaciones deben estar listas para asumir que nuestros deseos, en ocasiones, serán contradictorios e impredecibles. 

Si estás saliendo con alguien, no están en plan monógamo y sientes celos es válido reconocer que, aunque no son una razón para pedir exclusividad, existen. 

Y se vale pedir un mimo, un abrazo o un gesto que indique que las cosas están bien. También, ¿por qué no? Proponer planes que se escapen de los acuerdos originales, reconociendo que la otra persona tiene el derecho a negarse. 

Es válido reconocer que te enamoraste, incluso si no lo pretendías.

Nombrar o no una relación es lo de menos. Sólo de cuidados se nutre el amor.