Si buscas un paso a paso de cómo salir del clóset aquí no lo encontrarás, pero antes de que cierres la ventana queremos explicarte por qué.
Anuncio amigable: lo que vas a leer a continuación tiene la opinión de especialistas y las experiencias de personas que han salido del clóset, sin embargo, debes entender que nadie tiene una respuesta exacta a cómo hacerlo.
También, que no hay una edad para confesar a los demás tus preferencias y que, si decides hacerlo, es bueno tener una red de apoyo a tu alrededor, o sea, personas que te ayuden desde emocional hasta económicamente en caso de que las cosas no salgan como lo esperas.
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Vamos por partes: ¿qué es salir del clóset?
En el entendido social es el momento en que una persona comparte su orientación sexual con otra.
Cuando sales, muchas veces el proceso dura toda la vida, pues mientras vas creciendo conoces a más personas a las cuales quizá quieras compartir tus preferencias -o no e igual es válido-.
Es importante que sepas que no decides tal cual sobre tu sexualidad, es decir, “aquella idea de que decidimos ser gays o lesbianas, además de absurda pierde todo sentido de empatía; lo que se decide es salir del clóset o no”, explica el activista Alex Orué, director ejecutivo de la organización It Gets Better Mx.
Es muy probable que sientas ansiedad de que te cachen, incomodidad y vergüenza de compartir lo que te gusta e incluso miedo de imaginar el rechazo por parte de las personas que deberían amarte incondicionalmente.
Para las personas que están dentro del clóset, “las mentiras y la doble vida es desgastante y emocionalmente absorbe mucho tiempo”, dice Rinna Riesenfeld, psicoterapeuta y autora del libro Papá, mamá, soy gay.
Por eso, al salir del clóset tu salud mental mejora.
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Alex compartió su orientación sexual a los 18 años y cree que su adolescencia hubiera sido distinta de haberlo hecho antes, pues considera que se perdió de los enamoramientos y noviazgos de esa etapa y no explotó sus talentos académicos por ‘cuidar’ no ser descubierto.
“No decides ser gay o lesbiana; lo que sí decides es salir del clóset o no”: Alex Orué.
“Es muy difícil pensar qué es lo que está bien y lo que está mal; la gente hace lo mejor que puede con lo que viene”, agrega Rinna.
Lo ideal es que leas mucho antes de salir del clóset porque vendrán preguntas que quizá deberás contestar, dice la psicoterapeuta. No te preocupes, al final de este contenido te damos algunas opciones para leer y sentirte más preparade.
Mildred, Ana y Diego son tres personas de la comunidad LGBT+ que salieron del clóset al iniciar sus 20s.
Todos cumplieron con dos factores que hicieron más llevadera su salida: tenían una red de apoyo y sabían que la terapia era importante; confiaron en profesionales de la salud mental para que les ayudaran a resolver sus dudas y, de ser necesario, entrar al quite si la situación se descontrolaba en algún momento.
“Es común negarlo y no pasa nada”: Mildred Pérez de la Torre, editora general de Homosensual.
Cuando Mildred tenía 16 años, su papá se dio cuenta que estaba conviviendo mucho con una amiga, por lo que le sentenció “no quiero lesbianas en esta casa” y la llevó a terapia.
La psicoanalista le dijo que trataría su orientación sexual y ella respondió que no, que no era homosexual. “Estaba súper en el clóset”, recuerda.
Después de dos semanas de terapia logró abrirse y reconocer sus preferencias; incluso se motivó a contarles a sus papás, aunque no lo tomaron muy bien. “De ahí vinieron cosas nada chidas, con mi mamá no hablé como en un año”, cuenta Mildred.
Pasaron meses para reconciliarse con su madre y años con su padre. “Mi papá es muy homofóbico, pero ahora ya es respetuoso y acepta que le presente a mi novia; por otro lado, ahora mi mamá es la que me saca del clóset cuando me presenta con alguien más”, bromea la activista de 37 años y editora general de Homosensual, sitio que se describe como “el más gay y trans de Latinoamérica”.
“Primero quería saber si sí me gustaban las mujeres”: Ana Baquedano, activista.
Ana cuenta que su mamá siempre fue muy abierta con sus amigos de la comunidad LGBT+, pero cuando le confesó que era bisexual la rechazó.
“La reacción inicial fue de ‘¿cómo?, si siempre has tenido un montón de novios, yo creo que es algo que tienes que reprimir’. Yo estaba en shock”.
Su familia tampoco lo tomó bien. Sus abuelos le dijeron que no les interesaba saber nada de su vida porque era LGBT.
“Me dolió un montón”, comparte Ana de 24 años. “Perder a la gente en vida por la homofobia es doloroso, pero a partir de que dije ‘ya no me da miedo que nadie más lo sepa y no le debo nada a nadie’ fui libre”. Salir del clóset es tanto triste como liberador.
Diego salió del clóset por partes. En su adolescencia tuvo un fácil acercamiento a internet que lo llevó a dos cosas: pornografía y a páginas -aunque no muchas- donde se compartían dudas sobre sexualidad, como las que él tenía.
“Cuando tenía 15 años mi mamá me descubrió porno gay. Aunque no lo tomó mal sugirió que era ‘una etapa’ que eventualmente pasaría”, recuerda.
Ya en los veintes, dos amigos le ayudaron a darse cuenta que sentirse atraído por otro hombre era normal.
“Como a los 21, mi hermana fue la que me sacó del clóset. Comenzó a hacer preguntas tan obvias que lo único que hice fue asentir; después entendí que le preocupaba que yo estuviera pasándola mal en privado, que me sintiera solo”.
Sin embargo, pasaron otros 7 años para que Diego se lo confesara a su madre.
“Le mandé un correo. Sé que tal vez no fue la mejor forma, pero era la única forma en que yo podía hacerlo”, admite.
Bien, ahora que conoces las experiencias de personas que salieron del clóset y que sabes que NO hay una guía preestablecida para hacerlo, te diremos cómo, según los entrevistados, no es una buena manera de confesar que eres LGBT.
1. Hacerlo durante otro importante evento: sabemos que armarte de valor es complicado y cuando vences el miedo quieres hacerlo inmediatamente, pero ni Navidad, ni un funeral, ni el cumpleaños de tu mamá serán los mejores momentos, pues si los papás no reaccionan bien esa fecha podría ser asociada con un mal rato.
2. Decirlo de forma agresiva, o sea, hacerlo cuando estés enojado: no salgas del clóset si te acabas de pelear con tus papás. Hazlo de alguna manera que fomente la comunicación. “Esto me hace muy feliz” o “me siento seguro de lo que soy” son dos frases que podrían servirte.
3. Salir del clóset en tu casa: ¡mejor busca un lugar neutro!, un espacio donde no te sientas vulnerable o donde tus papás no sientan que tienen el control absoluto.
4. ¿Mentir?: está bien admitir que te sientes lastimado, discriminado o rechazado por tus papás, ¡comparte todos tus sentimientos!
5. Guardar silencio o asumir culpas: debes estar convencido/a de que estás en lo correcto, que entiendas la homofobia y estar consciente que seguramente escucharás comentarios que te van a herir, así que prepárate. Tampoco sientas que después de esa noticia-bomba les debes algo a tus papás.
Para finalizar, te dejamos los títulos de algunos libros que te ayudarán a entender más el tema: