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Oct 18/2021

Indígenas, activistas, bordadoras: 3 proyectos de mujeres mexicanas que van a la COP26

Collage por: Daniela Díaz | @_danichi

La COP26 es una de las cumbres más importantes en la que gobiernos del mundo se reúnen para hablar sobre cambio climático y el calentamiento global que experimentamos en todo el planeta. Es importante, sí, tan importante como escuchar a las personas que, día a día, viven los estragos de la emergencia de la crisis ambiental.

Y aunque las decisiones de hacia dónde avanzar a nivel político y gubernamental las toman los líderes mundiales, alrededor de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) suceden muchas cpsas interesantes: se tejen redes ciudadanas, se logran otro tipo de acuerdos, se encuentran cómplices de trabajo y lucha.

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De México, varias propuestas ciudadanas estarán presentes en Glasgow, Escocia. Algunas estarán presentes dentro de las ponencias de la COP26, otras serán manifestaciones artísticas.

Hablamos con mujeres que forman parte de tres proyectos distintos y que, además de exigir a los líderes del mundo que actúen contra la crisis climática, también van en busca de conectar con otras luchas del mundo.

Jóvenes que cambian el mundo: Re Cabrera en la COP26

Re Cabrera tiene 19 años y desde niña se ha involucrado en temas de género y cambio climático. En quinto de primaria dio una conferencia sobre los derechos de las niñas y hoy es una de las integrantes de la delegación de Fridays For Future México que viajará a Glasgow.

En 2019, se conectó con sus compañeras a través de un curso de activismo y desde entonces su lucha y su amistad ha crecido. En septiembre de ese año, fue una de las organizadoras de la Tercera Huelga Mundial por el Clima, la más grande que han hecho hasta ahora.

El movimiento estaba ganando fuerza cuando cayó la pandemia y, aunque en un inicio creyeron que el encierro obligado “apagaría” los ánimos, en realidad fue una oportunidad para reforzar sus redes y expandirlas.

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“La pandemia nos tiró nuestros planes de hacer huelgas los viernes o hacer marchas por el clima. Entonces nos empezamos a mover en redes y a formar comisiones nacionales, a unir por estados y hacer cosas más grandes y unificadas en colectiva“, cuenta Re a Animal MX.

“En temas climáticos, la urgencia es el tiempo… nos queda muy poco”

¿Qué piensas cuando se habla de cambio climático? Si te vas a una búsqueda de imágenes en Google, abundarán las fotos durísimas de osos polares sobreviviendo en pequeños bloques de hielo en el Ártico. Eso parece lejísimos.

Pero, ¿y si hablamos del tema en lo local? La intensidad de las lluvias e inundaciones, deslaves e incendios ha aumentado en los últimos años.

“Es algo que podemos ver, ya está aquí, nos va a afectar a nuestra generación y a las futuras. En temas climáticos la urgencia es el tiempo, nos queda muy poco. El IPCC dice que 10 años, es muy poco tiempo, yo escuché 10 años en 2019 y cada vez se acerca más esta catástrofe climática”, reitera Re.

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Pero no basta con hablar sobre crisis climática sin hablar de interseccionalidad.

Conforme avanzaba el trabajo de Re y todo el equipo, se dieron cuenta que había temas importantes que no se tocaban del todo en FFF.

Así que, además de expandir sus esfuerzos con la organización internacional, también decidieron conformar una colectiva local que abordara más temas y fundaron Ígnea: además de ecologismo, abordan temas de LGBT, lucha antipatriarcal y antirracista.

“Nos hemos enfocado en interseccionalidad, que era algo que antes no se daba dentro de FFF y queremos abarcar más partes del activismo”, dice. “A todes nos afecta el cambio climático, pero a las personas que han sido históricamente oprimidas las afecta más“.

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La lucha climática, explica Re, debe incluir también la lucha social y, para eso, hay que ver las distintas opresiones por las que atraviesan las personas. “Si no nos damos cuenta de esto es imposible luchar por la justicia climática“.

Personas indígenas y defensa del territorio: Mitzy Violeta Cortés y la delegación de mujeres indígenas en la COP26

En el mundo, se calcula que alrededor de 6% de la población corresponde a pueblos indígenas. Y ese pequeñísimo porcentaje es el que protege 80% de la biodiversidad que todavía le queda al planeta.

Además de esta enorme tarea de conservación, se enfrentan a despojo de territorio, homicidios de activistas y violación de derechos humanos.

Y si es así, ¿por qué no integrar activamente a los pueblos indígenas a la conversación de cómo luchar contra la crisis climática?

Mitzy Violeta Cortés es mixteca, tiene 22 años y es parte de la Defensoras de la Tierra, una delegación de 10 personas que asistirá a la COP26.

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Esta agrupación surgió junto con la Red de Futuros Indígenas, que agrupa a 20 personas de distintas resistencias que están en procesos de defensa y cuidado del territorio y trabaja de la mano con División Juvenil de Cambio Climático y LEGAIA —una organización de México y América Latina que trabaja en temas de justicia climática—.

Con esta articulación, comenzaron a discutir la importancia de asistir a la COP26, bajo qué argumentos y con qué objetivos. Desde un inicio algo quedó claro: no ser parte de la delegación oficial.

Y alcanzando acuerdos en comunidad, decidieron ir. Pero fácil no ha sido.

Las acreditaciones a organizaciones de la sociedad civil se distribuyeron hace meses, habría que conseguir además los recursos para ir y cruzar los dedos para que las políticas sanitarias en Reino Unido no fueran un impedimento para llegar a Glasgow.

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Y así, con empeño incansable, lograron obtener lo necesario para viajar: donaciones de recursos para pagar el viaje de las 10 mujeres y acreditaciones cedidas por organizaciones compañeras no solo de México, también de Guatemala.

“No vamos a hablar con los poderosos, sino a articularnos con otras luchas”

Mitzy Violeta y la delegación de mujeres indígenas que viajará a Glasgow entienden la importancia de la COP26, pero más allá de lo que discutan los líderes mundiales, también hay que voltear a ver lo que sucede alrededor de la conferencia.

“Nosotras vamos no hablar con los poderosos, sino a articularnos con otras luchas, un poco a hackear los discursos en torno al cambio climático, a hablar de la importancia de defender el territorio, a sembrar esperanza y decir que es importante organizarnos”, enfatiza.

Esta joven activista es muy clara: hay discursos distintos a los que siempre escuchamos de los gobiernos o de las Naciones Unidas, “el cambio tiene que venir desde abajo, no son ustedes (líderes del mundo) quienes van a cambiar las cosas, nosotros hay que organizarnos“.

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Mitzy Violeta relata que las discusiones entre las Defensoras de la Tierra comenzaron sobre cómo se defiende el territorio, y en las reflexiones poco a poco llegaron a la importancia de hablar de la defensa del territorio al abordar la crisis climática.

Los pueblos indígenas, que preservan la biodiversidad del mundo, son además quienes están viviendo las consecuencias de la crisis climática y, explica Mitzy Violeta, además están en procesos de resistencia.

Por supuesto, esto converge con lo que también plantean los jóvenes como Re Cabrera y Fridays For Future, que luchan por justicia climática, “estos jóvenes están hablando de lo importante que es no sólo de hablar de cambio climático, sino también de las desigualdades sociales, cómo esto está vinculado, que hay personas que son más responsables que otras y la importancia de visibilizarlo”.

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Y a eso van a Glasgow: sí, a participar de las mesas de diálogo de la Conferencia, pero también para “sentarnos, dialogar, encontrar, tenemos muchas ganas de construir y de articular (…) Tener estos espacios es un poco decir: sí podemos hacer algo, sí hay otras formas, sí hay personas que lo están haciendo”.

El optimismo tenaz de las bordadoras de Zurciendo el Planeta

Sí, para todo el mundo el 2020 fue un reto, pero también, para muchas personas, representó la oportunidad de iniciar proyectos significativos que, además, pudieran expandirse de lo local a lo global.

A la organización Zurciendo el Planeta le sucedió algo así: con talleres para bordar impartidos vía Zoom, la comunidad de algunas mujeres se transformó en un proyecto artístico que reúne el esfuerzo de personas de diferentes lugares del mundo.

A Glasgow viajarán casi 200 árboles bordados: desde ficus, hasta ahuehuetes y ceibas. Todos hechos por mujeres de todo México, Argentina y Chile a quienes en el camino se unieron personas de Grecia, Canadá y Francia.

“Éramos como 14 quienes nos estábamos reuniendo en mayo-junio, no estamos habilitadas para entrar a la COP26, pero estamos coordinando con organizaciones de la sociedad civil y nuestra intención desde el inicio ha sido estar en el espacio público“, dice Dora Napolitano, una de las fundadoras de Zurciendo el Planeta y quien se encuentra en París y pronto viajará a Reino Unido.

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Lo que harán es colgar todos esos arbolitos bordados (hasta ahora ya llegaron 50 de Argentina, 80 de México, 10 de Chile, y varios más de otros países) a las calles y espacios artísticos de Escocia.

Dora es una fuerte impulsora del “optimismo tenaz“: es decir, no dejar de ver las malas noticias, de informarte sobre lo que pasa en el mundo, pero encontrar los elementos positivos para seguir trabajando y pensar cómo transformar desde lo local.

“El poder de las mujeres de resolver muchísimas cosas… no hay límites”

Dora no ha hecho toda la chamba en solitario: aun en la distancia la han acompañado otras mujeres que se han encargado, además de bordar, también reunir los trabajos y luego enviarlos a París, donde está ella.

De alguna forma, el que lleguen esos arbolitos bordados al otro lado del mundo se ha logrado gracias a una especie de zurcido que puede tener hilitos en Oaxaca y Zacatecas, varios más en CDMX y Baja California, lo mismo para otros países, y con puntaditas, una tras otra, las ramas y las hojitas de esos árboles está a punto de llegar a Glasgow.

Dos de las hebras que han logrado reunir el trabajo de las bordadoras son Georgina Cortés, una bióloga zacatecana que antes de conocer a sus compañeras de la organización se sentía desesperanzada de lograr cambios contra la crisis climática, y Érika Razo, de Ciudad de México que desde hace años tiene un proyecto de compostaje y llegó a Zurciendo el Planeta por casualidad.

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“Es uno de los proyectos más importantes de mi vida, he comprobado este poder que tenemos las mujeres de resolver muchísimas cosas, no hay límites, nunca lo vemos desde el «no se puede». Además, esto me ha dado otras visiones, perspectivas y conocer otras culturas”, dice Érika, quien se encargó de reunir todos los arbolitos de México para enviarlos a París.

Mientras que para Georgina, el encontrarse con otras bordadoras y ella misma aprender a bordar, ha sido un proyecto terapéutico, “me reencontré con la idea de que puedo hacer algo (contra la crisis climática). Si no fuera por la colectiva no hubiera mantenido esa idea del optimismo tenaz, de tener esperanza de que lo que estás haciendo puede generar un cambio y si lo hacemos entre muchos hay esperanza“.

Los arbolitos, explica Dora, estarán rodando por varias ciudades del Reino Unido exponiéndose en espacios públicos y también participarán en una marcha en Glasgow el 7 de noviembre.