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Jul 31/2019

Hablamos con la gente que imparte cursos “para varones” para saber qué hay detrás

Imagen: Josh Kahen en Unsplash

Me encontré con este volante que invita a un curso exclusivo para varones, con el propósito de que no se la pasen “dormidos y sin hacer nada” en las vacaciones.

De entrada dije “órale, tiene dos o tres cosas que sí me gustaría aprender”. Porque a mis 25 años obvio no sé cambiar una llanta y me pongo nervioso cuando tengo que prender un boiler. 

Si quieres meter a tu chamaco y ya se te pasó este curso, no te preocupes, habrá otro del 12 al 23 de agosto de 9:00 a 13:00 horas. ¡Nada de flojear!

Pero el hecho de que especifique que es para niños varones me confundió bastante. ¿Por qué sólo para hombres? ¿Las mujeres no pueden colgar hamacas? Así que decidí hablar con el instituto que imparte esos cursos para entender qué hay detrás de sus especificaciones. 

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“Hoy en día los adolescentes están perdiendo valores, necesitan formarse de un carácter. No saben hacer nada, más que jugar en su celular o su tablet, y por todas las doctrinas de pensamiento que ahora abundan le están perdiendo el respeto a sus padres”, me dijo el señor que imparte el curso. Sonaba entusiasta y muy seguro de que sus cursos eran lo mejor que le podía pasar a un hijo varón.

¿Pero de qué doctrinas de pensamiento habla? Me preguntaba yo. ¿Por qué sólo los adolescentes hombres necesitan formarse de un carácter a través de hábitos? ¡¿De qué hábitos habla?! Yo no entendía nada, pero seguí la conversación porque de verdad quería entender. 

Las doctrinas de pensamiento son, según sus palabras, “todas esas cosas que ahora aprenden en Internet y ven en la tele” y los hábitos ultra necesarios para formar carácter eran nada más y nada menos que cosas como tender la cama o arreglar su cuarto. ¿Por qué eso no lo puede tomar una niña? ¡¿De qué me habla señor?!

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“Si el papá no está, el hijo varón es quien debe pasar a ser el hombre de la casa, por eso enseñamos todo este tipo de cosas. Para que se le forme un carácter propio de la persona que tiene que llevar la casa”, me dijo muy seguro, pero seguía evadiendo por qué eran SÓLO PARA HOMBRES

Así que me armé de valor y pregunté directamente: ¿Por qué una mujer no puede tomar estos cursos? “Me da curiosidad”, dije tímido. 

Ni modo que una mujer cambie una llanta” me dijo riéndose. “Ese es trabajo para los hombres”.

Sin embargo, me dijo, sí tienen un curso sólo para señoritas. Impartido, no te vayas a sorprender, por una mujer. “Una dama es quien las debe instruir, pues les enseñan cosas típicas de mujeres y ni modo que un hombre les enseñe. Digamos que son cosas no varoniles, totalmente para mujeres. Cosas que les servirán para cuando se casen y deban atender a su hogar y a su marido”, me dijo feliz. Sin entender que no entendía. 

Neta dijo eso. NETA.
Imagen: HBO

El instituto que imparte estos cursos, Sapientia Regis, es parte de una organización cristiana que da cursos a adolescentes y niños. Y aunque las clases que dan no tienen nada que ver con religión, sí se rigen por los principios cristianos. “Sapientia regis” significa “la sabiduría del rey” y ese “rey” para ellos es Cristo. 

La cosa es que, a pesar de no ser religiosos, al regirse por estos principios, se enfocan en la idea de que tanto los niños como las niñas deben crecer y educarse para ser funcionales en su matrimonio. Y, de acuerdo con sus principios, la mujer y el hombre deben tener roles específicos y cumplir funciones determinadas en este matrimonio. 

Y, no sé, chance, chaaaaaance no está tan chido moldear a niños desde chiquitos para hacerles creer esto y enseñarles que así debe de ser. Asignarles roles de género puede limitar sus identidades y darles una idea errónea de lo que pueden o no pueden hacer. 

Las enseñanzas de cursos como este no son malas. Y no es mi intención juzgar al Instituto Sapientia Regis ni a quien imparte el curso. Pero quizás estaría mucho más chido que este curso fuera mixto, para niños y niñas, y enseñaran todas esas cosas sin ponerles una etiqueta de género. Todos merecemos aprender a colgar hamacas y prender el bolier, ¡no hay que ser! 

Así que recuerda:

Sí, de acuerdísimo.