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Nov 19/2019

Los estigmas sí enferman a la gente: Así es como la discriminación afecta nuestra salud

Foto: Unsplash

Detente un momento y piensa: ¿Cuántas veces al día llegas a sentir estrés, ansiedad, e incluso miedo?

Es innegable que en un país con tanta violencia todos podemos estar expuestos a sentir algo así. Lo triste es que hay algunas personas que, debido a los estigmas y a ciertas creencias absurdas, suelen sentirse mucho más amenazadas, vulneradas o violentadas que otras, ya sea por su género, color de piel, apariencia física, preferencia sexual, etc.

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Según la última Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, elaborada por la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), 55% de las personas reconocen que en nuestro país se insulta a los demás por su color de piel.

La misma encuesta señala que 40% de la población indígena se siente vulnerada debido a su origen, y que 58% de las personas con discapacidad han vivido exclusión por su condición. También revela que 65% de las personas homosexuales y 72% de las personas trans piensan que en México se respetan poco o nada sus derechos.

Por otro lado, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) revela que 66% de las mujeres en nuestro país han sufrido agresiones físicas, sexuales, laborales o emocionales.

Puede parecer sólo un montón de cifras, pero la realidad es que toda esta discriminación, exclusión, amenaza y violencia a la que algunas personas están más expuestas que otras, podría estar haciendo que su salud mental y física también se vea más afectada, señala el doctor Ariel Vilchis Reyes, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.

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¿Cómo se siente la discriminación y la violencia?

Cada vez que nos asustamos o nos sentimos amenazados se desata en nuestro cerebro algo llamado “mecanismo de lucha o huida” que, como el nombre lo indica, prepara a nuestro cuerpo para enfrentar la amenaza o salir corriendo.

Nuestro cerebro libera epinefrina, noradrenalina y otras hormonas para elevar el nivel de azúcar en la sangre, aumentar la frecuencia cardíaca y respiratoria, incrementar el flujo de sangre y tensar los músculos. Y así estar listos para luchar o correr.

Este mecanismo de lucha o huida puede activarse en cualquier momento en el que nos sintamos vulnerados o amenazados: Cuando te gritan algo en la calle por lo que llevas puesto, por cómo te ves o simplemente por tomar de la mano a tu pareja.

¿Qué pasa entonces cuando ese rush de energía y latidos no se utiliza? y, peor aún, ¿qué pasa cuando lo sentimos varias veces al día, todos los días?

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¿Qué efecto tiene la discriminación en nuestra salud?

De acuerdo con el doctor Vilchis, quienes se sienten amenazados o violentados de manera constante están más expuestos a experimentar estas reacciones físicas, y esto -sumado a otros factores- “puede desencadenar que desarrollemos ciertas enfermedades”.

Por ejemplo, si el nivel de azúcar en la sangre de una mujer sube y baja cada vez que un hombre le grita algo obsceno en la calle, esto puede hacerla más propensa a desarrollar diabetes.

Si el corazón de una persona trans late a mil por hora cada vez que usa el transporte público porque siempre hay alguien que le insulte o le agreda, eso podría aumentar su riesgo de padecer hipertensión.

Existen diferentes factores que pueden incidir pero “si todos los días me siento amenazado, ya tengo el doble de riesgo de tener un infarto, o de desarrollar diabetes o hipertensión arterial”, señala el académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Además, explica que, cada vez que nos sentimos amenazados, generamos oleadas de estrés oxidativo. “Esto puede generar inflamación crónica y, junto con otras sustancias en nuestro cuerpo, se convierten en un factor de riesgo para desarrollar cáncer”, advierte el doctor.

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Los estigmas afectan nuestra salud

Ante todo este panorama, el doctor Vilchis asegura que “los estigmas o las condiciones sociales desfavorables están afectando la salud de las personas”.

“Desgraciadamente, la sociedad se organiza a través de extractos sociales según el sexo, la orientación sexual, el color de piel, etc. Todo ello provoca que haya personas que tengan que vivir en un ambiente de violencia constante, lo cual puede generarles otras afectaciones que, aunque no se ven de manera directa, sí pueden afectar su salud general”, apunta.

Este investigador señala que “los seres humanos somos animales que, como todos, reaccionamos ante los ambientes adversos. Si nuestro entorno es adverso, así también va a ser nuestra respuesta y la respuesta de nuestro cuerpo”.

Apunta que es muy importante seguir visibilizando la violencia que sufren ciertos grupos, pero señala que también es muy importante hablar de sus consecuencias.

“Solemos pensar que la violencia sólo puede dejar secuelas si se trata de un golpe o un abuso físico, pero la realidad es que el sentirse constantemente amenazado, insultado o discriminado también puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental. Es importante que la gente entienda todo lo que significa la violencia y el enorme daño que nos está causando”, concluye.