Si algo distingue a los barrios de Ciudad de México son sus colores que están en todos lados: desde las paredes de los edificios y las casas, hasta los negocios que suelen convertir los productos que venden en personajes animados.
Y justamente, quienes dan vida a todos personajes son los rotulistas.
Sin embargo, aunque aún hay muchas colonias donde se pueden ver frutas con ojos, cerdos bañándose en cazos de carnitas y los personajes de Disney de moda comiéndose un helado, la tradición de los rótulos hechos a mano se ha ido perdiendo poco a poco con la llegada de la tecnología y la gentrificación, en la que este tipo de expresiones populares ya no forman parte del barrio.
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Justo en el paso de muchos oficinistas que trabajaban en la zona de las Lomas de Chapultepec, se encuentran un par de negocios que, por sus pintas, nos recuerdan esta esencia de barrio, y eso es obra de El Barril Tatuajes, quien busca rescatar este oficio para llevarlo a las paredes de distintos puntos de la ciudad.
Manuel Borja es el artista detrás de este proyecto que nació “para tomar un poco de la esencia del típico barrio mexicano”, comenta en entrevista a Animal MX. “La gráfica viene de esta esencia canera que va mucho con la onda de cárcel y con las herramientas con las que cuentan en este lugar para generar arte. Al pasarlo a muro lo que se empieza a hacer es una especie de tatuado a muro”.
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El Barril Tatuajes busca los lugares que quiere intervenir, habla con sus propietarios y los deja que le propongan lo que quisieran ver plasmado en sus negocios, así es como un carrito de elotes cuenta una historia de tres elotes vaqueros o un par de payasos cholos ahora son la cara de un puesto de frutas.
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Este artista urbano ha combinado el trabajo de los rotulistas de antaño con nuevas técnicas y estilos para desarrollar el propio. La creación de sus personajes también tiene mucho que ver con que las personas identifican un lugar por su apariencia.
“La gráfica queda plasmada por parte del artista, pero después se vuelve parte del escenario, del barrio, de la calle, del puesto”.
En la esquina de Montes Urales y Paseo de la Reforma se encuentran dos de los rótulos de El Barril Tatuajes, unos en un puesto de frutas y en el carro de un bolero.
Para Manuel, El Barril es “la camaradería y la guasa de barrio, es darle todo este sentido cómico caricaturesco. Revivir y seguir reviviendo el barrio y que esta imagen colectiva adulta sea que los lugares se identifiquen por las pintas”.
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Otra de sus intervenciones fue a un puesto sobre ruedas que lleva más de dos décadas vendiendo elotes y esquites en la esquina de Colima y Sonora, en la colonia Roma, ahora el hijo del propietario original es quien lo atiende todas las noches.
Manuel busca apoyar a estos microempresarios con sus sus rótulos, ya que estos los ayudan a que sus puestos tengan una identidad, es por ello que no les cobra por intervenirlos y los hace cómplices de los conceptos.
“Siento que la gente que está en contacto constante con el rótulo caminando por estos lugares creo que lo valora”.
Finalmente, Manuel asegura que un rótulo “es un tatuaje que queda ahí para siempre pese a la intemperie. Va tomando vida, se va desgastando y ahí queda para la posteridad”.