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Mar 19/2021

Llegó el momento de la verdad: ¿¡El tamaño del pene realmente importa!?

Ilustración: @RE_Ilustrador y @Driu_Paredes

El momento ha llegado. Ya no puedo huir más. El destino está afuera de mi puerta, tocando el timbre y pidiéndome que deje de escribir sobre Evangelion, el beso negro o el clítoris, ya saben, esas cosas que al hombre promedio no le importan mucho, al parecer. Así que es hora de enfrentar la pregunta milenaria: ¿El tamaño importa?

Bueno, la respuesta, como suele ser en estas cosas, es depende. Y no, prometo que no voy a dar la respuesta fácil de: el tamaño de tu pene no importa, lo que importa es el tamaño… DE TU CORAZÓN ヽ(*⌒▽⌒*)ノ.

Ese tipo de respuestas son lindas y necesarias, pero la realidad es bastante más compleja y, honestamente, no sé si alguna vez le hayan ayudado realmente a una persona con inseguridades genuinas respecto al tamaño de su pene. Por lo menos puedo decir que a mí no. Así que me comprometo a dar una respuesta honesta, crítica y no condescendiente.

Desde una perspectiva fisiológica, el pene tiene 4 funciones: orinar, eyacular, penetrar y estimular.

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¿El tamaño importa para orinar? No.

¿El tamaño importa para eyacular? No. Y, dicho sea de paso, la intensidad de tus orgasmos no dependerá en lo absoluto del tamaño de tu pene.

¿El tamaño importa para penetrar? Depende. Un pene corto podría impactar en la viabilidad de unas pocas posiciones sexuales. Pero, vaya, muchas otras cosas también podrían hacerlo: cargar a tu pareja para hacer un 69 de pie depende de tu fortaleza física y equilibrio, pero yo nunca me he preocupado por mejorar mi centro de gravedad por este motivo.

Por otro lado, un pene muy largo o grueso podría causar una penetración dolorosa, pero esa es una posibilidad que rara vez se menciona.

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Eso, en los extremos; para la gran mayoría de los penes que se situarán en el algún punto medio del espectro, el tamaño no importará para nada en esta función.

¿El tamaño importa para estimular? Otra vez, depende. La vagina es sensible únicamente en sus primeros cinco centímetros y las próstatas, tanto masculinas como femeninas, se pueden estimular en ese mismo rango.

Es decir, desde una perspectiva fisiológica, un pene de más de cinco centímetros de largo es vanidad. Nocierto, sicierto.

También es importante mencionar que la penetración vaginal no es tan estimulante fisiológicamente como otras prácticas (aunque puede serlo, vaya, cada persona es un mundo y toda práctica sexual erotiza no sólo por su fisiología sino, también, por la carga emocional y simbólica que tenga), como la estimulación de la parte externa del clítoris.

Sumado a lo anterior, las próstatas de cualquier persona pueden ser estimuladas utilizando juguetes sexuales, aunque si lo que importa es estimular con tu cuerpo, siempre puedes usar tus dedos.

Pts, pts, lee: Orgasmo y eyaculación: dos cosas completamente distintas, ¿por qué?

Lo cierto es que, aunque el tamaño no importe mucho, el grosor y la forma sí lo harán un poco más.

Un pene de mayor grosor podría “sentirse” un poco más, del mismo modo en que las curvaturas de ciertos penes podrían estimular de manera más sencilla la próstata de cualquier persona, así como la parte interna del clítoris de una persona con vulva (aunque esto puede suceder también con ciertas posiciones penetrativas).

Entonces, para esta función, el tamaño sólo importa si tienes un micropene (menos de 7cm) y tampoco será tan determinante para el placer de la práctica.

Revisando esto, podemos concluir: desde una perspectiva fisiológica y refiriéndonos al placer sexual, el tamaño del pene importa de poco a nada, y sólo en circunstancias muy específicas.

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Entonces, si no es por cuestiones fisiológicas, ¿por qué nos preocupa tanto? ¿Tienes la respuesta? Exacto. Es porque…

Y sí, esta sociedad es falocéntrica y cisheteropatriarcal y coitocentrista y todas las palabras compuestas que se han utilizado para describirla.

Eso es real, como también es real la angustia que varios hombres sentimos por el tamaño nuestros penes. No por nada, bell hooks afirmó que: “Los niños aprenden que deben identificarse con su pene y con el potencial placer que sus erecciones provocarán, mientras que, simultáneamente, también aprenden a temerle a su pene como si fuera un arma que podría traicionarlos, dejándolos indefensos, destruyéndolos”. (1)

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Por eso no me gusta la respuesta fácil de “el tamaño no importa, sino que lo sepas usar” o cualquiera de sus variantes, porque ¿cómo no sentir angustia por esta parte de tu cuerpo cuando tiene TANTO significado acumulado? ¿Cómo no sentir preocupación cuando toda la vida hemos escuchado a personas hablar con deseo sobre penes grandes, burlarse de penes pequeños, dudar del género de un hombre trans por no tener pene, dudar del género de una mujer trans por tenerlo, expresar curiosidad morbosa hacia la genitalidad de una persona intersex, hacer comentarios racistas sobre el tamaño del pene de hombres negros o asiáticos, atacar la masculinidad de alguien diciéndole pitochico, referirse a la actitud de alguien como big dick energy, compartir notas pseudocientíficas sobre “el tamaño del pene ideal” y cuestiones similares?

¡Y todo eso está bien! Bueno, no, en realidad NADA de eso está bien y, de hecho, va de lo mala onda a lo completamente discriminatorio. Hay una excepción: el deseo hacia penes grandes. Ni modo, la cultura cisheteropatriarcalfalocoitocentrista promueve ese estándar como el más deseable y, en muchas personas, ese deseo habrá sido inoculado.

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No eres buena o mala persona por desear lo que deseas (ni eres más o menos woke, esa vara moral cada vez más absurda), sólo lo haces y ya.

Es decir: que nadie piense que estoy argumentando en contra del deseo a los penes grandes, sea de forma preferente o exclusiva. Ustedes dense con lo que les guste, por dónde les guste, siempre y cuando sea con consentimiento.

Sin embargo, creo que sí hay algunas cosas que podemos señalar. Por ejemplo, que el tamaño de los penes suele importar más en la fantasía que en la práctica: a la mayoría de las personas realmente no les importa mucho el tamaño del pene de sus parejas. Pero también es cierto que las fantasías, aunque existan en nuestra cabeza, tienen un rol importantísimo en modelar nuestras prácticas (por ejemplo, un estudio encontró que, en hombres que tienen sexo con hombres, quienes tienen pene pequeño suelen ser más “pasivos” que tienen penes grandes, quienes suelen cumplir el rol del “activo”, independientemente de sus preferencias personales). Es decir, es complicado y se necesitan matices.

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El punto es: todo deseo hegemónico es excluyente de otros, y los guiones sexuales que los redactan influyen tremendamente en nuestra concepción de lo bello, lo excitante, lo normal, lo sano y lo correcto.

El margen de acción que tenemos sobre el deseo (propio y hegemónico) es poco e incierto. No podemos hacer mucho al respecto, pues. Sin embargo, donde sí podemos incidir es en los discursos que nos rodean y modelan nuestros deseos, de modo que sean lo menos excluyentes posibles.

Y ahí es donde creo que vale la pena concentrar la energía: en desestigmatizar, compartir información precisa que ayude a erradicar mitos, aumentar el placer y aceptar que la realidad es que el tamaño de tu pene no importa mucho, pero es entendible que te importe.


 (1) bell hooks, The Will to Change: Men, Masculinity, and Love, Washington Square Press, Nueva York, 2005

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