Todos, absolutamente todos sabemos que tenemos que cuidar el agua (aunque a veces se nos olvida). Pero, ¿por qué si en la Ciudad de México llueve muchísimo durante el año? Aunque del cielo nos llegan poco menos de 600 millones de metros cúbicos de agua cada año, tenemos un problema gravísimo de escasez.
O sea, aún con todo lo que nos cae del cielo, no hay suficiente agua para todo lo que necesitamos y queremos usarla y, si no hacemos algo ahora, la cosa se pondrá peor cada año.
Para entender un poco mejor el grave problema de escasez de agua en CDMX, platicamos con Jaime Suaste Aguirre, divulgador de temas relacionados con el agua.
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Todos recordamos el relato de que los mexicas decidieron fundar la gran Tenochtitlan justo donde se encontraron un águila devorando una serpiente; esto porque, según la profecía, era un buen lugar. Lo que casi nunca recordamos es que el águila y la serpiente estaban sobre un lago, ¿y qué dijeron nuestros antepasados? “Se verá INCREÍBLE desarrollar una enorme civilización sobre el agua”.
Jaime Suaste dice que aunque ahí empezó el debacle de la cuenca, “ellos tuvieron la virtud de aprender a convivir con el agua, lograron un sistema de cultivos en chinampas. Lograron mantener hasta cierto punto un equilibrio”.
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Pero la cosa cambió cuando llegaron los españoles “que necesitaban pisar tierra firme para sentirse seguros. Y empezó a crecer la colonia virreinal que quería desecar el lago para poder pisar tierra firme”.
Entonces, en el Valle de México se hicieron muchas obras para sacarle el agua a la cuenca, pero el agua volvía a su lugar natural y por eso las inundaciones eran constantes.
Al final, los humanos con mucha ingeniería lograron sacar casi toda el agua de su sitio natural .
¿Te acuerdas del ciclo del agua? Repasemos: el agua cae en forma de lluvia (precipitación); escurre por cauces naturales (escurrimiento); recarga los cuerpos de agua como ríos, lagos y acuíferos (infiltración); luego se evapora por el sol (evaporación); y se condensa formando nubes que hacen llover (condensación). Y todo comienza de nuevo.
(Puedes escuchar la canción “Mi agüita amarilla”, de los Toreros muertos, para recordar cómo funciona).
La cosa es que interrumpimos ese ciclo natural y como resultado, los cuerpos de agua no se recargan con la misma rapidez con la que extraemos agua. Y ¿cómo hicimos eso?
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Para entenderlo, Nabani Vera, director de comunicación de Isla Urbana, nos pone un ejemplo:
Imagina que tienes una maceta dentro de una gran olla. Cuando riegas la maceta, el agua pasa a través de la tierra y se va acumulando en la olla. Si sobre la maceta pones un plato, el agua ya no puede llegar a la tierra y termina inundando el plato o desbordándose. Al final, no importa cuanta agua le eches, la olla no se llenará igual.
Justo eso fue lo que pasó. Construimos casas, edificios, calles, avenidas y poco a poco hemos ido cubriendo la tierra que permitía la infiltración del agua de lluvia al subsuelo. En consecuencia, nuestro acuífero no se puede llenar como lo hacía de forma natural.
Y para que te des una idea de cómo hemos afectado este ciclo, no sólo en la CDMX sino en todo el país, te cuento que de toda el agua que llueve en México, sólo se logra infiltrar el 6.4% y sólo el 21.4% escurre por ríos y arroyos, según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Para Jaime Suaste, divulgador de temas relacionados con el agua, es muy importante poder entender qué es una cuenca porque este es el ámbito en el que de manera natural los ecosistemas se van desarrollando.
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“Tenemos una visión bastante utilitaria de la naturaleza. Creemos que somos sus dueños y que cómo tal podemos hacer y deshacer a nuestro antojo. Y esto tiene que ver con las decisiones que tomamos sin considerar al medio ambiente en el que vivimos”, señala.
“Lo ideal es tener un ecosistema sano, una cuenca en buen estado. Si tenemos eso, podemos tener un agua limpia. Todos vivimos dentro de una cuenca”.
La cuenca del Valle de México es endorreica porque naturalmente no tiene salida. Hay otras cuencas como la de los ríos Lerma que se llaman exorreicas porque sí tienen salida.
Por si fuera poco, ensuciamos el agua. Y hacerlo significa más contaminación para nuestra cuenca.
“Todas las actividades humanas utilizan agua en mayor o menor medida, pero siempre en cantidades muy grandes para su desarrollo y eso se traduce en agua sucia. Toda la que usamos va a dar a los drenajes y no nos preocupa lo que pasa con el agua después de que la utilizamos”, dice Jaime Suaste.
Algunos ensuciamos más y otros menos. Pero simplemente cuando nos bañamos mandamos al drenaje agua caliente llena de los químicos que trae nuestro jabón, el champú, el acondicionador y todos los productos que usamos de manera cotidiana. Sí, eso también incluye a la pasta de dientes, al jabón de los trastes y todo lo que mezclas con agua o arrojas por el desagüe.
Según cifras de Conagua, el 66% del agua de nuestras casitas se utiliza para bañarse y echarle agua al baño.
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Esa agua sucia se conoce como agua residual.
Para evitar que llegue en esas condiciones directo a los ríos, al acuífero, o a dónde haya agua limpia, se han implementado plantas de tratamiento de aguas residuales que intentan componer un poquito su calidad para que pueda reintegrarse al ciclo hidrológico de nuevo.
Pero a veces, las plantas de tratamiento no logran limpiar toda el agua sucia que se genera en CDMX.
Jaime Suaste dice que aunque el ciclo hidrológico por sí mismo es una gran planta natural de tratamiento de agua residuales, ensuciamos más de los que la naturaleza puede limpiar.
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De hecho, Conagua calcula que el 10.5% de las aguas superficiales del país están contaminadas. Y la UNAM reporta que en 2017 solo se trataron el 57.7% de las aguas residuales municipales.
Con la urbanización ya no dejamos que nuestro acuífero se rellene y, al mismo tiempo, sacamos más agua que antes, y no permitimos que se recargue gracias al ciclo hidrológico.
“Tenemos una paradoja enorme en dónde en el subsuelo todavía hay agua, pero no tenemos agua para nosotros, entonces estamos haciendo uso de una cuenca externa” dice Jaime Suaste.
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Recordemos que una cuenca es como un pequeño ecosistema en donde todos los procesos de la naturaleza y del ser humano coexisten. CDMX está en la cuenca del Valle de México, pero como ya no nos alcanza nuestra agua, también extraemos agua de otra cuenca que no nos corresponde.
“Sacamos agua del sistema Lerma y del sistema Cutzamala de los cuales nosotros estamos haciendo uso de obras de ingeniería monumentales para hacer subir el agua un kilómetro de altura para que después pueda llegar a nosotros”.
No conformes con eso, hacemos exactamente lo mismo con nuestra agua residual, que sacamos de esta cuenca y la mandamos a la cuenca del Pánuco. Mucha de esa agua sucia finalmente llega al mar.
Eso no sólo implica un gasto de agua, también de energía eléctrica.
“Estamos bombeando, trayendo y quitando agua a la gente de otros estados para bombear el agua cuesta arriba y distribuirla en la Ciudad de México. Eso gasta una cantidad de electricidad brutal y además estamos sobreexplotando el acuífero”, dice Nabani Vera.
Por desgracia, la sobreexplotación del acuífero no sólo pasa en CDMX. Según Conagua, en México hay 653 acuíferos, de los cuales 106 se encuentran sobreexplotados.
Imagina cuántos kilómetros se necesitan de tubería para que el agua llegue hasta tu casa. Lo más triste es que se calcula que desperdiciamos el 40% en fugas.
“Muchas veces estas tuberías no cuentan con un plan de revisión adecuado y como parte del proceso de deterioro al que hemos sometido a esta ciudad el peso mismo obliga a que se vaya hundiendo”. señala Jaime Suaste.
El hundimiento también tiene que ver con eso de que nos pusimos a vivir sobre lo que era un lago. Pero ese hundimiento no se da de forma pareja y se van dañando las tuberías tanto de agua potable como de drenaje. Eso causa fugas de agua tanto dentro de las casas como en todo el recorrido que tienen que hacer para llegar, explica Jaime Suaste.
Y mucho de ese 40% de agua que se pierde, (la mitad) es por esa pequeña gotita que cae dentro de tu regadera y que nomás no se logra reparar.
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Conagua calcula que una fuga de dos gotas por segundo equivale al año a 475 garrafones de 20 litros perdidos.
Según Jaime Suaste, uno de los principales problemas es que la mayoría de las personas que desperdiciamos el agua, no lo hacemos a propósito o por falta de interés. Es por falta de información. Hay un problema educativo tanto formal como desde casa, que contribuye en mucho a esta situación
“Cuando no tienes la película completa de qué tan importante es no talar un árbol en el ajusco y eso cómo impacta el ciclo del agua, pues normalmente actuamos por desconocimiento”, señala.
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Lo malo es que “somos parte de un engranaje de la naturaleza, tienes a la naturaleza en un estrés terrible”. Y todo lo que hacemos afecta a nuestra cuenca y al medio ambiente.
Factores como todos los anteriores contribuyen a que en México las cifras del agua que reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía sean así según :
La cosa es que como dice Nabani Verá, “cuando se nos acabe el agua, se nos acabará a todos”.
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Lo primero es la planeación. Para Jaime Suaste, una ciudad debería estar planeada con base en la cuenca en la que está situada pero eso no ha sucedido.Pero, todavía se pueden exigir políticas públicas adecuadas para que al menos, los nuevos planes consideren todos estos problemas ambientales.
De acuerdo con el especialista, la principal fuente de agua del valle de México no es el sistema Lerma-Cutzamala, ni el agua del subsuelo del valle de México. “Nos llega más agua por lluvia, esa una opción que algunos proyectos ya comenzaron a desarrollarse desde hace algunos años, como es la captación de agua”.
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Justamente de la captación de agua de lluvia Nabani Vera nos contó más en esta otra nota.
Jaime Suaste también dice que la mayoría de las fugas por dónde se pierde el agua están dentro de nuestras casas. Por eso hay que revisar todas las llaves y usar el agua lo mejor que podamos.
“Todo parece muy abrumador, pero al final te das cuenta que puedes tener una incidencia. Una persona puede ser un agente de cambio muy poderoso. Tenemos que empezar a vernos como entes que así como pueden destruir y consumir, pueden regenerar y hacer cosas increíbles y eso es muy importante que lo transmitimos y nos lo creamos porque es cierto”, dice Nabani Vera.