Con frecuencia me escriben para preguntarme por disfunciones sexuales, así que decidí elaborar un par de pequeños glosarios explicándolas. En este, me enfocaré en las llamadas “disfunciones sexuales femeninas”.
Tres aclaraciones:
Dicho esto…
Se caracteriza por una disminución en el deseo o interés en lo sexual. Es decir: antes te ponías caliente y estaba bien, ahora ya no tanto, y no está bien (para ti).
A veces, el deseo sexual hipoactivo es algo que aparece como consecuencia de un trastorno depresivo, ansiedad generalizada, etc.
Otras más, es el resultado de alguna situación estresante de vida: pérdida de trabajo, problemas de pareja, muerte de alguna persona cercana, burnout, etc.
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Otras veces puede ser provocado por ciertos tratamientos, como los antidepresivos (a esto se le conoce como “disfunción sexual inducida por sustancias/medicamentos”). Es decir: no tiene una causa única ni una sola forma de tratarse.
Es importante mencionar que para que se considere un trastorno debe de tener varias características, por ejemplo, ser egodistónico. ¿Qué significa esto? Que represente un problema para la persona que lo vive, afectando su calidad de vida.
El activismo asexual ha señalado que, en muchas ocasiones, se diagnostica con deseo sexual hipoactivo a personas asexuales, para quienes no representa un problema, lo cual se puede traducir en tratamientos que equivalen a terapias de conversión.
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Se caracteriza por un aumento intenso e incontrolable en el deseo o interés en lo sexual, al punto de que la satisfacción nunca llegue y se realicen comportamientos impulsivos y peligrosos. Es lo que a veces se llama “adicción al sexo”.
Similar al anterior, para considerarse problemático es necesario que la persona lo perciba de esa manera y que sea compulsivo.
También se tienen que estudiar comorbilidades y otras causas que pudieran explicar la conducta (hay un gran debate en la academia sobre qué constituye en general una compulsión, por ejemplo).
Es decir: no tienes un trastorno nomás porque eres muy caliente y tu pareja no te satisface y/o se te antoja tener sexo con más de una persona.
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Es la incapacidad de tener un orgasmo. ¿Nunca has tenido uno? Eso se conoce como anorgasmia primaria. ¿Los has tenido pero a partir de un tiempo para acá, ya no? Anorgasmia secundaria.
¿Es algo que te sucede en general (tanto en masturbación como en relaciones sexuales) o es, más bien, situacional (solo en relaciones sexuales)? Existen varias clasificaciones, y estas pueden ayudar a distinguir cuándo podría ser una cuestión orgánica (algún problema nervioso, por ejemplo), una psicológica (como la ansiedad) o relacional (tu pareja nomás no le sabe o no han logrado comunicarse).
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Refiere a la experiencia de quedarse a punto de tener un orgasmo. O sea: sientes que te vas a venir, pero justo antes de hacerlo, la excitación baja súbitamente o desaparece.
A veces hay una sensación de “miedo al descontrol” asociada. Su origen casi siempre es psicológico y muchas veces está asociado a la educación traumática que muchas mujeres reciben sobre la sexualidad.
Refiere a sentir desagrado físico y mental al sexo.
Es tener una reacción de asco, miedo, culpa o malestar. De nuevo, es importante aquí la experiencia subjetiva, sentir “siento esto por el sexo, pero quisiera no sentirme así y percibo que está afectando negativamente mi calidad de vida porque en mí existe un deseo genuino, y no motivado por la presión de nadie, de poder experimentarlo”.
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Se refiere al dolor durante el sexo. Puede tener causas psicológicas, físicas o ambas.
Esto NO es una disfunción, pero es el mecanismo detrás de algunas de ellas, como la hipolubricación (definición más abajo). Pueden leer un texto muy específico sobre esto, aquí.
Ausencia de lubricación o dificultad para lubricar durante la excitación sexual. Es decir: puede que en tu mente estés excitada, pero tu cuerpo no responde. Las causas pueden ser fisiológicas, psicológicas o ambas.
Ahora, ¿qué tanto es tantito? Bueno, no es tan fácil de determinar, pero una forma es observar si no estás lubricando lo suficiente como para tener penetración o contacto sin dolor.
También es importante mencionar que para que se considere un problema tiene que ser recurrente.
¿Por qué es importante esto? Porque hay personas que lubricarán más que otras de manera “natural” y eso está bien, del mismo modo en que habrá días en que podrías experimentar hipolubricación porque estabas cansada, no muy excitada, por algún medicamento que consumiste, por estrés, etc.
En cierta forma, es el equivalente a la disfunción eréctil. ¡Y recuerda que existe el lubricante para apoyarte esos días!
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Se caracteriza por la contracción involuntaria de los músculos de la vagina de modo que se impide cualquier tipo de penetración (penes, dedos, juguetes, tampones, copa menstrual, etc).
Las causas pueden ser psicológicas, fisiológicas o ambas. Es una de las disfunciones sexuales con mejor prognosis (¡Concepto técnico! Es decir, con mejor proyección de que se resuelvan positivamente) y suele involucrar una dimensión psicológica y una dimensión física, a través de realizar ciertos ejercicios.
Se refiere al dolor en la vulva que no es producido por un problema médico y que dura tres meses o más.
Puede afectar a una zona específica de la vulva o a un área más generalizada, incluso toda. El dolor puede manifestarse como quemazón, ardor, hipersensibilidad, hinchazón, palpitaciones, etc.
No sabemos todavía qué provoca la vulvodinia y todavía existe mucha estigmatización e ignorancia al respecto, aunque cada vez se investigan más opciones de tratamiento.
Se refieren a las fantasías sexuales que aparecen de una forma obsesiva, provocando malestar en quien las experimenta porque no puede deshacerse de ellas y, usualmente, están cargadas de culpa.
Hay varios motivos por los que pueden aparecer y es importante el trabajo con una persona especializada para poder distinguirlos.
En una gran cantidad de casos, el trabajo terapéutico muchas veces va dirigido a observar la fantasía desde una perspectiva neutral para observar por qué genera culpa, si satisface alguna necesidad, si es posible experimentarla como fantasía o como práctica de una forma sana, si está asociada a algún otro malestar (por ejemplo, trastorno obsesivo compulsivo o un trauma), etc.
Este, evidentemente, es un temota que excede los alcances de este texto, pero no quería dejar de mencionarlo.
Estos son algunos de los conceptos más comunes utilizados en la clasificación de las disfunciones sexuales.
Si te reconoces en alguno es importante que acudas con unx especialista para poder realizar un diagnóstico preciso y elegir un tratamiento que te pueda ayudar.
Mereces una vida sexual alegre, satisfactoria, tranquila, consensuada y placentera.
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