Seguramente has escuchado todos esos mitos alrededor de la primera vez: que va a ser incómodo y extraño; que si eres hombre vas a terminar en dos segundos y si eres mujer no vas a terminar; que quizás ni siquiera sientas rico y seguramente te va a doler; que si vas a sufrir cambios en tu cuerpo y toda la gente podrá notar que ya hiciste el delicioso; que si, que si, que si…
Acaso el mito más grande de todos sea el de la virginidad: ese que dice que existe un antes y un después de la primera relación sexual, tanto en la mente como en el cuerpo.
Pero la virginidad no es real.
De entrada, eso que llamamos “primera relación sexual”, muchas veces se refiere a la primera vez que existe coito pene-vagina, eso que consideramos como LA actividad sexual y sobre la que construimos muchos mitos y mucha presión.
Y aunque otras prácticas sexuales son igualmente válidas (e incluso tienen mucho mayor potencial para el placer) y aunque existen personas que por su corporalidad u orientación sexual no van a realizar esa en específico, de todas maneras existe en el imaginario como la práctica sexual definitiva.
Además, la virginidad refiere a un mito machista que se inventó hace muchísimos siglos para poder asegurar la “pureza” de una mujer antes de casarse.
El mito va así: el sexo es algo que solo debe realizarse por amor y, de preferencia, en sagrado matrimonio.
La mujer pura es la mujer virgen: la manera de comprobar que sea virgen es que sangre en la primera relación sexual.
El sangrado se debe, supuestamente, a que la penetración rompe el himen (la membrana que cubre la entrada de la vagina). Si no sangra y no le duele es porque no tiene membrana y eso significa que ha tenido relaciones sexuales antes y, por lo tanto, ha pecado, no es pura y no es digna y no merece ser valorada dentro de una relación o matrimonio… y como no puede ser valorada dentro de un matrimonio pues no sirve.
Y es que creer que la pureza de una persona depende de su comportamiento sexual es algo absurdo.
Biológicamente no hay motivos para esto: el himen, por ejemplo, no se comporta como el mito indica.
La membrana, que no tiene utilidad alguna, puede llegar a desaparecer haciendo actividades no sexuales, como andar en bicicleta, correr, estirarse o saltar. Además de esto, hay mujeres que nacerán sin himen, mientras que habrá otras cuyo himen no desaparezca incluso iniciadas ya las relaciones sexuales coitales.
Entonces, qué, ¿nacieron sin ser puras porque no tienen “tesorito” qué entregar? Desde luego que no.
Respecto a los hombres, el mito de la virginidad funciona distinto: mientras que a ellas se les castiga socialmente por “perderla”, a nosotros se nos suele presionar para tener la primera relación sexual y buena parte de nuestro valor como hombres reside en el hecho de que tengamos sexo lo antes posible y cuantas veces podamos.
Como en esa frase terrible que dice que “una llave que abre muchas puertas es buena, mientras que nadie quiere una puerta que se abre con cualquier llave”.
Segunda pausa necesaria para procesar el cringe.
Estos mitos nos afectan a nosotros en el sentido en que ponen la primera relación sexual como una meta por alcanzar, algo que debe suceder y debo buscar cuanto antes.
Pero, ¿qué tal que no quiero?, ¿qué tal que no me siento listo?, ¿qué tal que todavía no estoy seguro del género de la persona con la que quiero tener relaciones sexuales?, ¿qué tal que simplemente no surge la oportunidad?
Es fácil ver cómo esta presión nos puede llevar a tener malas experiencias e incluso a experimentar o a cometer abuso, en el peor de los casos.
Otro mito es que la primera relación sexual debe ser realizada con y por amor. Si amas, debes de tener relaciones sexuales con la persona que amas. Aunque no quieras, aunque no te convenza, debes hacerlo. Es algo valioso que se entrega por amor: de ahí que existan expresiones como “entregar el tesorito”.
Tercera pausa. No puedo más. Este texto me va a matar de cringe.
Recuerdo un compañero de la escuela que me decía que la primera vez era como preparar un pastel. Si le dabas rebanadas a muchas personas, cuando llegara -esa- persona especial, ya no te quedaría pastel para darle.
Yo le respondí que, al contrario, puedes hacer varios pasteles y cuando llegue -esa- persona vas a poder preparar un pastel increíble y delicioso. Y mi compañero quedó.
Socialmente, hemos cargado de mucha importancia a la primera vez. Pero por sí misma no es o no debería ser tan importante.
Si todo mundo dice que una piedra es importante y lo crees, la piedra va a adquirir un significado y se va a volver importante para ti. Esa es la forma en la que simbolizamos las cosas: somos animales de significados.
Pero más allá de lo que creamos, la piedra sigue siendo una piedra. Para alguien, esa piedra puede ser un dios. Para otra persona, puede no ser nada. Ambas posturas son válidas, pero solo una es real: la piedra es una piedra es una piedra es una piedra.
Lo mismo sucede con la primera relación sexual: la realidad es que es un simple hecho biológico al que solo tú puedes darle el significado que tú le quieras dar.
Si para ti es importante hacerlo con alguien a quien ames y sea especial, está bien. Si no es importante, también está bien. Lo esencial es que tengas presente que por sí misma no significa nada, sólo lo que tú quieras que signifique y eso es completamente válido.
Regla de oro: en el sexo, lo único que importa es que todo lo que hagas lo hagas porque lo deseas, porque puedes dar consentimiento y porque lo otorgas libremente (y esto aplica de igual manera para la[s] persona[s] con las que te relaciones).
Esto es muy importante. Porque muchas veces las personas terminan teniendo su primera relación sexual por un sentimiento de deber, como decir: porque te amo, —debo— hacer esto contigo.
Realmente no lo quieren, pero lo hacen por esa razón. En muchas ocasiones, sus parejas las presionan para que lo hagan. Dicen cosas como: “si me amas, vamos a tener sexo“ o la famosa “es una prueba de nuestro amor”.
No puedo más. Estoy muerto. F. Que en mi tumba diga: “murió como vivió, lleno de cringe”.
Pero el sexo no es prueba de nada.
De nuevo: la única razón válida para tener relaciones sexuales es porque ambas partes lo desean, pueden dar consentimiento y lo otorgan.
Por esto es importante separar al sexo del amor, de modo que nunca se use como presión para tener relaciones sexuales.
Además, hay que recordar que si tenemos cualquier práctica sexual con alguien y esa persona no consintió en libertad sino por presión, entonces estamos hablando de abuso sexual.
Y esto no es menor. Para muchas personas, sobre todo mujeres, la primera relación sexual puede llegar a ser una experiencia de abuso.
Y aunque este es un tema para profundizar en otro texto, sí quiero mencionar brevemente algo: si no respetan tu consentimiento, si llega a suceder la amarga pero lamentablemente común experiencia de que la primera vez sea violenta: no es tu culpa. Solo es culpa de la persona que abusó, nunca tuya.
Y como mencioné antes, la primera vez no tiene por qué ser determinante de nada. Las heridas sexuales pueden sanar con tiempo, amor y cuidados.
Todo esto me lleva a otro punto: el dolor.
Solemos creer que la primera relación sexual será dolorosa, sobre todo en las mujeres. Y lo cierto es que para muchas esto es verdad. Pero no tendría por qué ser así, o no para todas.
De hecho, la principal razón por la que la primera vez duele es porque puede que te sientas con tantos nervios, que no permitas que tus músculos se relajen lo suficiente para la penetración —si es que la hay—.
Esto puede suceder con hombres y con mujeres, en penetración vaginal o anal. Además, los nervios también pueden provocar que no lubriques, si tienes vagina, o que no tengas una erección, si tienes pene.
Así que si sientes mucha ansiedad es mejor esperar un poco, tranquilizarse y ver qué está sucediendo. Quizás tu cuerpo te esté diciendo algo que vale la pena escuchar.
Ya hablamos de dolor, de presión, del machismo detrás… pero bueno, no te asustes.
Aunque no lo creas, ¡se puede tener una primera relación sexual placentera! Pocas personas las han tenido, pero es que la educación sexual que recibimos no suele ser la mejor y justo estamos aquí para solucionar eso.
Finalmente y resumiendo: recuerda que la importancia de la primera vez es la que tú quieras darle y que es posible tener una experiencia maravillosa.
Así que cuando te sientas en disposición y lo desees, ve por ella: tan solo la primera de muchas relaciones sexuales (coitales o no coitales) hermosas y placenteras.