¿Qué resulta de reunir a mujeres feministas, activistas y artistas en un mismo espacio? La respuesta corta es: MUTUA, una red de arte y educación.
La respuesta más larga es: un proyecto artístico y pedagógico que, a través de los feminismos, busca desarticular los cánones de enseñanza y formas de trabajar establecidos.
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Pero asumirse feminista y vivirse así todos los días requiere de un esfuerzo mayúsculo.
Implica cuestionarse decisiones, formas de interactuar, estructuras laborales, la manera de relacionarse y hasta de hablar.
Es, en pocas palabras, una chamba de tiempo completo que, a ratos, es agotadora y muchas otras gratificante.
Y aplicar todo ese esfuerzo en un proyecto laboral, artístico y educativo es el camino por el que las creadoras de MUTUA atraviesan todos los días.
“Es un proyecto concebido a partir de las experiencias que fuimos aprendiendo en el trabajo en línea y traer los feminismos contraviene o cuestiona todo: desde las estructuras jerárquicas de la pedagogía tradicional, hasta la forma de entender la historia, hasta cómo pensar un programa pedagógico”, explica a Animal MX Lorena Wolffer, una de las cofundadoras de la plataforma.
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Lorena, junto a Cerrucha y María Laura Rosa, es también coordinadora del proyecto que arrancó formalmente este año.
El camino no es fácil. A diario hay decenas de momentos en los que deben parar un momento para escucharse unas a otras para discutir con calma y tomar decisiones en conjunto.
Porque también de eso va: de saber cómo un proyecto puede funcionar de forma horizontal, proveyendo herramientas para desarticular cánones patriarcales y hablarse siempre en plural.
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Esta red se trata de programas pedagógicos cuatrimestrales en línea que cruzan prácticas feministas y metodologías digitales.
Se compone de Laboratorias, que son espacios experimentales. “No podemos suscribirnos a los modelos tradicionales pedagógicos o de intercambio de información y de saberes”, dice Lorena.
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Para esto, explica, hay dos tipos de Laboratorias:
“Vamos construyendo estos espacios que nos hubiera gustado tener en otro momento”, dice Cerrucha, artista y activista cultural.
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“Quienes estamos en MUTUA nos encontramos en diferentes puntos de nuestra carrera y de los feminismos que en México han estado abriendo camino, reinventando e inventando otros andares”.
A lo largo del cuatrimestre se imparten tres Laboratorias al mes, algunas se extienden por varios módulos y las alumnas pueden armar su propio programa, es decir, no es obligatorio asistir a absolutamente todos los talleres (checa acá las laboratorias para octubre, noviembre y diciembre).
Estas laboratorias se pueden tomar sueltas o con el programa pedagógico completo.
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Porque una parte importante para las creadoras es crear vínculos entre las, los y les alumnes.
Para esto, en cada taller, se conforman duplas o equipos de tres personas que se acompañan a lo largo del curso, deben hacerse una llamada semanal tanto para charlar del proyecto a desarrollar como para discutir lo que sucede dentro de la laboratoria.
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“Tratamos de traer muy al centro la parte de los afectos y del cuidado de las personas involucradas. Menciono de nuevo: todo es un reto, pero sí es algo que es fundamental para nosotras”, dice Cerrucha.
Y sí, es un proyecto con diferentes perspectivas feministas, pero está abierto para cualquier persona interesada, no únicamente para la comunidad cultural.
“La idea es que vengan de diferentes disciplinas, que no necesariamente estén ni dentro del mundo del arte ni que sean activistas, sino que estén buscando maneras distintas de entender el mundo y crear, posicionar y repensarlo”, concluye Cerrucha.
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Ese ha sido otro reto.
Para que un proyecto feminista y de toma de decisiones de forma horizontal sea autosustentable han tenido que estirar y aflojar muchas cuerdas y todavía falta un camino largo para lograrlo.
Pero una de las vías de supervivencia son los programas pensados para universidades.
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A través de membresías, las universidades pagan espacios para que sus estudiantes asistan a las laboratorias y, dependiendo de lo que paguen, tienen derecho a ciertos lugares.
“Por cada membresía para une estudiante, siempre hay una beca para alguien más. Es decir, ese dinero se utiliza para otorgar becas como otra manera de tomar en cuenta que hay personas que nos importa que estén con nosotras y que sabemos que no pueden costearlo”, explica Lorena Wolffer.
Otra forma de obtener recursos es a través de un modelo que se llama Colección, que son carpetas de obras de las artistas de la plataforma.
“Funciona como una cuota: pagas al inicio de un programa y vamos sacando carpetas de obra y tú vas eligiendo de entre esas lo que quieras adquirir para sumar la cantidad que pagaste al inicio. Es decir, voy eligiendo esta foto de Cerrucha, este grabado de Magali, y si nada más me convence, espero a la siguiente carpeta y así hasta que te liquidemos con obra la cantidad que pagaste al inicio”, detalla Lorena.
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Por último, también imparten conferencias para universidades o proyectos pedagógicos que se adecúan a cada público.
Es decir, no es que ellas vayan a presentar únicamente su obra, sino que se diseñan las conferencias a partir de las necesidades de cada comunidad.
“También tenemos Archivas de nosotras que ponemos a la venta. La idea de la Colección y la Archiva es la misma: promover que se coleccione el arte feminista, el arte y el registro del arte feminista”.
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Esa es una de las partes sabrosas de MUTUA: llevar el feminismo al día a día y buscar cómo cambiar las estructuras.
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Todos los días hay distintas situaciones que pueden confrontar a las integrantes del proyecto, lo importante -dicen- es encontrar la manera de comunicar los conflictos siendo cuidadosas y desde el amor.
“Siguiendo la enseñanza de otras colectivas, estamos pensando en llevar un acompañamiento terapéutico para resolución de conflictos”, dice Lorena y explica que, de esta forma, podrían encontrar nuevas formas de hablar con calma lo que se presente.
“Es importante subrayar que los feminismos es muy difícil encarnarlos y vivirlos en el día a día y requerimos de mucha ayuda para hacerlo, de mucho pensamiento; es una especie de cuestionamiento todo el día de todo”, completa.
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Mientras que para Cerrucha “todas estamos en el entendido de que las estructuras las estamos deshaciendo y estamos viendo de qué otras formas relacionarnos”.
En pocas palabras: no es un reto sencillo, pero es una forma de llevar a la práctica las discusiones, a veces soñadoras, de cómo sería trabajar, relacionarse y vivirse en un mundo feminista. Y, poco a poco -y con mucho trabajo de por medio-, MUTUA está formando ese universo y tejiendo redes para extenderlo más allá.
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