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Mar 17/2022

Una violencia normalizada: Qué es la coerción sexual y y cómo saber si la he vivido

Ilustración: @Driu_Paredes

“Si realmente me amas, lo harías” es una de esas frases que tenemos romantizada, pero que puede ser parte de una situación de violencia, pues es una de las tantas formas en las que se manifiesta la coerción sexual.

¿Alguna vez has sentido que estás bajo presión para tener relaciones sexuales?, ¿has sentido que no puedes negarte?, ¿o te han hecho sentir mal por no acceder? Pues esas situaciones también son prácticas de este acto de violencia.

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¿Qué es la coerción sexual?

Pero vamos por pasos, que la línea es muy delgada entre esta y otras formas de abuso.

Para la psicóloga Paulina Ramírez, este término hace referencia a “cualquier tipo de presión, ya sea física o emocional, que una persona ejerce sobre otra para imponer actos de tipo sexual”.

Además, explica que esta imposición puede darse en cualquier tipo de relación sin importar si es romántica, afectiva o erótica, o incluso puede presentarse con alguien que acabas de conocer, con un noviazgo consolidado o en relaciones de matrimonio.

Mónica Bustamante, psicóloga y terapeuta de SORECE (Asociación de Psicólogas Femeninas), explica a Animal MX  que al existir esa relación hay un nivel de confianza entre las dos personas, pero también eso facilita que pueda desarrollarse este ejercicio de poder.

Cómo puedes identificar la coerción sexual

Al inicio mencionamos algunas situaciones en las que se presenta este tipo de violencia, y como puedes darte cuenta pueden sonar a situaciones cotidianas.

Ambas expertas coinciden en que es muy difícil identificar la coerción sexual porque es una práctica sutil y paulatina. “No es algo que sucede en un minuto”, menciona Mónica Bustamante.

Sin embargo, hay varias actitudes que corresponden a la coerción sexual como manipulación, chantaje, amenazas, imposición y presión que también puede presentarse en forma de insistencia.

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Podríamos poner un montón de ejemplos sobre estos actos, como cuando alguna persona dice “Si al mes de novios no tenemos relaciones, ya no voy a estar contigo”.

O también esperar que solamente por ser una pareja desde hace años, siempre se  querer tener sexo con la otra persona. También están las amenazas de buscar “satisfacer las necesidades” con otras personas o sentirte obligada a tener relaciones como una forma de “agradecer” algo que tu pareja hizo por ti.

Pero ambas psicólogas regresan a la base para identificar cualquier tipo de violencia: el consentimiento. En un contexto de coerción sexual no existe el libre consentimiento ni hay un deseo de tener el acto sexual.

Para tomar en cuenta: Mónica Bustamante nos explica que en cualquier acto de violencia sexual: “a pesar de que existe presión para llevar a cabo el acto, el cuerpo puede llegar a sentir cierto nivel de placer“.

Estas respuestas de nuestro cuerpo nos pueden hacer dudar de si lo que estamos viviendo es violencia y podemos sentirnos contrariadas. De hecho, las personas que ejercen violencia “justifican” el acto diciendo que “tú también lo disfrutaste” y que por eso “estuvo bien”.

Pero aquí insistimos en lo que dice la especialista: el cuerpo puede responder a muestras de excitación y aún así puede haber violencia. Ella recomienda recordar que si “en el momento previo al acto yo no decidí libremente (sin presión, chantajes, etc), probablemente hubo coerción”.

Mira: Por qué el consentimiento es sexy a la hora de ligar

Otro tipo de coerción: la reproductiva

Mónica Bustamante también nos aclara que dentro de la coerción sexual pueden ir relacionadas otro tipo de presiones, como la coerción o control reproductivo.

Esta consiste en ejercer presión para tener un embarazo. La especialista señala que dentro de esas prácticas podemos encontrar la manipulación o chantaje emocional para tener sexo sin condón o quitarlo en el momento de la eyaculación.

Sin embargo, también se puede vivir desde el control de los días fértiles y presionar para que tengan relaciones en esos días. Y sí, también existen los casos contrarios donde se obliga a realizar un aborto en contra de su voluntad.

Entonces, ¿la coerción sexual es un tipo de violencia sexual?

Tanto Paulina Ramírez, como Mónica Bustamante nos platican que la coerción sexual sí es un tipo de violencia; sobre todo por su carácter de relación de poder.

Mónica Bustamante especifica que hay una delgada línea entre la coerción y la agresión sexual y que esta puede romperse en cualquier momento. Desde su perspectiva, la agresión ya lleva cierto grado de fuerza física y/o amenazas con violencia.

Y aunque podríamos decir que la coerción sexual se queda en el nivel de actitudes o comentarios, eso no quiere decir que no sea un acto violento. 

También es importante volver al tema del libre consentimiento, pues Paulina Ramírez menciona que para compartir la intimidad y sexualidad con cualquier persona, este siempre debe de existir.

La experta también explica a Animal MX que lo ideal sería definir el consentimiento como un “consenso en el que se defina cuál es nuestra expectativa, cuál es nuestro deseo y cuáles son nuestras prácticas al momento de tener estos encuentros”.

Si este acuerdo se rompe o no se respeta, entonces podríamos decir que no hay consentimiento y que se está cayendo en un acto de violencia.

 

También es importante recordar que el consentimiento siempre se puede revertir. Puede que tú ya habías accedido a tener un encuentro sexual, pero si por cualquier motivo cambiaste de razón, estás en tu pleno derecho de decir que no.

Paulina Ramírez también resalta que “cuando una persona no tiene sus capacidades cognitivas regulares o cuando una persona está en un estado inconveniente (ya sea por alguna enfermedad o el uso de alguna sustancia) este consentimiento no es válido“.

Y repetimos: cualquier persona puede ser víctima de coerción sexual, pues como cualquier tipo de violencia sexual, se puede dar tanto en el contexto familiar, escolar, laboral, de amistad, etc.

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¿Qué hacer si soy víctima de coerción sexual?

Para entender si estás viviendo coerción sexual en tu relación, lo primero es entender qué es y qué tipo de conductas conlleva. Esperamos que para este momento ya podamos haberte solucionado esas dudas.

En segundo lugar, Mónica Bustamante señala que no hay que tener miedo a decir que “no” por pensar que esa respuesta pueda herir o molestar a la otra persona. Insistimos en que el consentimiento es básico en cualquier interacción.

“Si yo percibo que no esta en riesgo mi integridad, puedo responder de manera directa que no hay un deseo, que no se ha mandado un un mensaje o una invitación para que esto suceda”, añade la especialista.

Paulina Ramírez también señala que la otra persona puede reaccionar violentamente al “no” y está consciente de que es muy difícil accionar ante una conducta así.

Y como mencionamos más arriba, la línea entre coerción y violencia sexual es muy delgada y en estos casos puede romperse. Por eso, siempre pide ayuda, intenta no ocultar la situación y haz visible lo que está sucediendo.

Igualmente, ambas coinciden en la importancia de tener una red de apoyo, pues el impacto emocional de cualquier situación de violencia es muy grande.

Es recomendable acercarnos a nuestra familia o amistades para hablar de lo ocurrido, pero también buscar a especialistas. Así encontraremos un espacio para exponer lo que vivimos, lo que sentimos, nuestras dudas, ver qué podemos hacer para cuidarnos y recordarnos que esa situación NO es nuestra culpa.

Dejemos de normalizar este tipo de violencia

La coerción sexual se da un contexto de relación (de cualquier tipo) y por eso podemos confundirla con interés o hasta un modo de ligar. Igualmente, hay que repetir que es una práctica sutil.

“(Está normalizada) porque no vemos un golpe, porque no vemos un acto de violencia descontrolado; entonces nos convencemos de que todo está bien”, explica Mónica Bustamante.

Igualmente, Paulina Ramírez nos recomienda dejar de romantizar este tipo de ligue donde nos percibimos como un objeto de conquista que debe darse a desear y donde el hombre tiene una posición de poder.

Hay que romper ese estereotipo en todo tipo de relaciones e identificar todas las señales, características y actitudes de la otra persona que no nos agradan.

“Esas acciones podrían hacerme sentir incómoda, molesta, intranquila o hasta ansiosa, porque ya hay algo que me está diciendo que no me siento segura en esta relación y entonces hay que hacerle caso”, recalca Paulina.

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