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Hay que decirlo: siete meses de pandemia de covid-19 nos tiene agotados. A este cansancio crónico, que no se va con buenas noches de sueño o jornadas intensas de actividad física, ya se le conoce como fatiga de pandemia. Estamos exhaustos.
Después que el gobierno mexicano anunciara la Jornada Nacional de Sana Distancia, en marzo de este año, comenzó el camino de aprender a lidiar con la pandemia, la cuarentena y las restricciones a nuestra vida social y económica, medidas nunca antes vistas.
Cada quién se adaptó como pudo y lo que nos mantenía motivados, explica el doctor José Mendoza -coordinador de Investigación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la UNAM- era que, como todo, la pandemia tendría un final.
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Sin embargo, a siete meses, la pandemia aún no termina y, por el contrario, se espera un rebrote en la temporada de otoño-invierno, no solo en México, sino en todo el mundo.
En nuestro país, Chihuahua ya se convirtió en el primer estado en volver al color rojo del semáforo epidemiológico debido al rebrote de covid-19, por lo que el gobierno estatal ya implementó medidas como la “ley seca” en toda la entidad durante varias semanas, el cierre de negocios y la restricción de movilidad en Ciudad Juárez.
Según cifras de la Secretaría de Salud, al jueves 22 de octubre, México ya superó las 87 mil muertes por covid-19 y registró 874 mil 171 personas que han dado positivo a esta enfermedad.
¿Qué hacer ante esta incertidumbre?
Ese monstruo llamado fatiga crónica
En agosto pasado, el doctor Juan Ramón de la Fuente, miembro del Consejo Consultivo de Ciencias y embajador de México en la ONU, escribió sobre el “síndrome por fatiga crónica”, un fenómeno causado por estrés intenso, prolongado e incertidumbre ante amenazas externas.
En este caso, la amenaza es la pandemia de covid-19.
Y lo más importante: el síndrome por fatiga crónica es un fenómeno que afecta la salud mental. Incluso, la Organización Mundial de la Salud ya habla sobre el tema.
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Para el doctor Hans Kluge, director de la OMS en la región europea, en esta pandemia “los ciudadanos han hecho sacrificios enormes” que han significado “un costo extraordinario, lo que ha agotado a todos, sin importar dónde vivimos o qué hacemos”.
Y Vaile Wright, miembro de la American Psychological Association (APA) e investigadora del estrés en Estados Unidos, va más allá y asegura que “el miedo ya fue reemplazado por la fatiga”.
¿Cómo se siente la “fatiga por pandemia”?
José Mendoza, quien también es coordinador general del Programa de Acción para Superar las Brechas en Salud Mental México en la Secretaría de Salud, lo define como una “disociación afectiva”, como un “no sentir”, un combo conformado por desmotivación, apatía, cansancio físico y agotamiento mental.
Una persona con fatiga de pandemia se cuestiona todo lo que hace, nunca descansa lo suficiente, todavía se preocupa mucho, tiene tendencia a la irritabilidad, quizá alteraciones del sueño, del apetito, concentración y falta de motivación.
Para el doctor Mendoza, la falta de motivación es la parte central. “Una de las motivaciones para seguir adelante era que esto se iba a acabar, pero aquí no hay un final y esa es una situación con la cual cuesta mucho trabajo convivir sin frustrarse, sin cansarse”.
Y sí. Al principio de la pandemia, explica el doctor De la Fuente, vimos imágenes conmovedoras de personas cantando, aplaudiendo y rindiendo homenaje al personal de salud en ciudades europeas como Italia y España, “pero no duraron mucho. Acabó por imponerse la otra realidad: el desencanto, la frustración, el enojo, la desobediencia. Ese es el síndrome de la fatiga por la pandemia”.
Afortunadamente existen algunas estrategias que podemos implementar para cuidar nuestra salud mental y defendernos de la fatiga de pandemia, un fenómeno que ha resultado más un maratón que un sprint.
Algunas estrategias para afrontar la fatiga por pandemia
Respira profundo. Ahora sí.
“Vienen nuevas rutinas. Nos vamos a adaptar. Lo vamos a lograr independientemente de que creamos que no va a pasar. Lo vamos a hacer”, dice el doctor Mendoza.
Estas son sus recomendaciones para encaminarte a una adaptación sana.
Establece una nueva rutina
Despiértate a la misma hora, trabajes o no. Trata de mantener tu rutina de inicio del día constante. Duérmete a la misma hora, come a tus horas, haz ejercicio.
Si bien ya no se puede planear al cien nuestros días como cuando estábamos en confinamiento, sí puedes incluir actividades en tu día que no se muevan: tu hora de relajación, actividades placenteras, ejercicio o sacar al perro.
Sigue con la actividad física
Sí, muévete.
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Identifica lo que te causa estrés
En este contexto puede haber muchas situaciones que nos estresen y es bueno identificarlas. ¿Para qué? Para reconocer lo que sí nos corresponde y sí está en nuestras manos resolver, y lo que no. Hay que depositar la energía en lo que sí nos corresponde.
Una vez que hagas este ejercicio autorreflexivo hay que intentar reducir esas causas de estrés. Busca algo que te haga estar tranquilo, ya sea yoga, meditación, tener experiencias al aire libre con tu núcleo de personas cercanas, etcétera.
Mantén contacto social, pero de manera segura
Si tienes un círculo social limitado mantenlo constante. Trata de mantenerlo bajo control, es decir, que puedas identificar -y recordar- muy bien a quién ves.
Checa este video para recomendaciones específicas:
Limita el uso de dispositivos electrónicos
Así como en algún momento le apostamos al “comunícate como puedas” y llegó el boom de todas las aplicaciones para hacer videollamadas y fiestas, ahora hay que cuidar el tiempo que pasamos frente a un dispositivo electrónico, porque saltamos de la computadora al celular y luego al televisor, y es un ciclo interminable.
Y otro punto importante: procura que la información que lees en medios esté verificada y sea de calidad.
Acepta que es normal no estar bien
Es normal no estar bien porque la situación no está bien. Hay que ayudarnos hasta donde podamos de manera autogestiva, pero si sentimos que ya no podemos con algo sí hay que buscar ayuda.
Te compartimos algunos recursos que te ayudarán:
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Haz algo por alguien
Hay que hacer algo por alguien, eso siempre ayuda. Cuidar o rescatar un perro, mantener plantas, leerle a alguien más. Es muy importante mantener el contexto social. Existe y vale la pena.
Aquí hablamos de esa cosa tan bonita llamada interdependencia y la importancia de pensar en tu comunidad. Solo da clic al enlace.
