Un nuevo virus le puso pausa al mundo. Transformó nuestra cotidianidad y el ritmo de la vida en días que parecen escenas de El Día de la Marmota o Russian Doll.
Un día fuimos por última vez al trabajo, al cine, nos saludamos de beso; un día abrazamos por última vez a nuestros abuelos, antes de que nos pidieran no verlos para cuidarlos.
Y eso está transformando todo: la vida social, política, económica, y nuestros pensamientos y emociones en torno a lo que considerábamos “normal”.
Sí, sabemos que te sientes triste, enojadx, que a veces ya no quieres ver la misma pared, y te da ansiedad no saber qué pasará cuando podamos salir.
Checa: Tips de la OMS para cuidar tu salud mental en tiempos de Covid-19
El aislamiento puede ser duro para algunxs, por eso, hablamos con personas que se enfrentaron antes a él por diversas razones y esto fue lo que nos dijeron.
“Fue un domingo de enero del 2013, vi muy temprano a mis amigos y decidimos ir al parque a jugar, empezamos a jugar fútbol y justo cuando iba por el balón, sentí y escuché cómo se rompió mi pierna, fue tan horrible que pensé que se había roto en muchos cachitos, pero realmente solo fue en dos. Me facturé el fémur y me tuvieron que operar.
“En la operación me introdujeron un clavo y 4 tornillos, por lo que tuve que estar en reposo y rehabilitación un par de meses. Al principio me sentí enojada y triste. Iba a empezar el semestre en la Facultad y no quería perderlo, eso me frustraba un poco.
“También sufría por el dolor intenso que sentía, por depender de alguien más para hacer cosas básicas. Tengo que agradecer que mi familia siempre me apoyó, en especial mi mamá y mi papá, nunca me dejaron sola. Ellos hacían que me sintiera mejor y con ganas de salir adelante.
Te puede interesar: Estas historias esperanzadoras restaurarán tu fe en la humanidad en tiempos de Covid-19
“Cuando al fin pude salir sentí mucha felicidad. Fui a la universidad y después por unas cervecitas con mis amigas.
“Mi regreso a la universidad, salir con mi familia y amigos fue un proceso lento, poco a poco iba regresando a la vida cotidiana, usar el transporte, caminar y hacer cosas sin ayuda. Eso es justo lo que pasará. No se puede regresar a la vida ‘normal’ de un día para otro, se trata de tener paciencia, no desesperarse y poner todo de nuestra parte.
“Ahora que estás en casa y puedes trabajar desde ella, convivir con tu familia, dormir más, caminar aunque sea por la sala, limpiar tu habitación, estudiar, tomar una copa, comer un postre, no te quejes tanto, disfrútalo, tiempos mejores vendrán. Cuídate, agradece que estás sano y puedes estar en casa, no todos tienen ese privilegio.
“Busca actividades para distraerte, termina aquello que algún día abandonaste por ‘falta de tiempo’. Yo sé que hay momentos de desesperación y aburrimiento, pero es por el bien tuyo y de las personas que más quieres, piensa que pronto terminará. Como dice una canción: nada es por siempre, todo vuelve a comenzar.
“Me atropelló un camión en 2014, iba en la bicicleta. Como fue un poco grave, me operaron y no pude salir en 6 meses. Era físicamente imposible moverme. El dolor era muy grande, casi tenía que arrastrarme para ir al baño.
“Estaba muy frustrado porque no podía hacer nada, me sentía inútil.
“Hacer cosas que me gustaban me ayudó: platicar con mi familia, jugar, ver películas y series.
“Hacía cosas que me daban paz. Acepté que no quería sentirme productivo, sino estar en paz. Me di chance de sentirme triste, de llorar. Hay que darse permiso de sentir esos ‘sentimientos malos’, como la tristeza, la paz también puede venir de dejar a tu cuerpo y a tu mente sentir.
“Lo primero que hice cuando pude salir fue volverme a subir a la bici. Me sentí con fuerza. Y fue un gran logro porque no tenía miedo.
“A la gente que está en aislamiento ahora quiero decirle: date permiso de muchas cosas, se vale sentirse frustrado, llorar, sentir dolor, eso te ayuda a estar en paz. No quieras sentirte productivo, habrá días en que no quieras hacer nada y está bien. Perdónate a ti mismo. Ten rutinas: báñate, ponte ropa limpia. Eso me ayudó bastante. Hay que vivir el proceso, esto va pasar y volveremos a salir.
Lee: Rappi Challenge y otras muestras de solidaridad que nos ha dejado el paso del Covid-19
Jatziri tuvo que estar en aislamiento porque sufrió un accidente automovilístico.
“Me sentía triste y desmotivada, pues no podía mover mi cuerpo y mi apariencia física había cambiado, por tanto, no podía salir, ni realizar mis actividades cotidianas.
“Pero el apoyo de mi familia fue la principal ayuda para no decaer anímicamente; sin embargo, sabia que estaba en mí recuperarme lo más rápido posible para poder salir y regresar a mis actividades normales, así que me apoye en ejercicios físicos y meditación.
“Cuando salí sentí libertad y alegría. Lo primero que hice fue regresar a trabajar, nunca antes había tenido tantas ganas de regresar al trabajo que aquella ocasión.
“Ahora puedo decir que me siento orgullosa de haber podido sobrellevar y superar aquella situación difícil y complicada de mi vida.
“A quienes están viviendo este confinamiento quiero decirles que es temporal, que si estamos en casa es para protegernos y prevenir que la situación en el país empeore, esto terminará pronto y volveremos sanos y más felices a nuestras actividades normales.
“Aprovechemos este tiempo para convivir con nuestra familia, para llamar o chatear con aquellas personas con las que ya no lo hacíamos, para redescubrir alguna habilidad que tenemos o realizar actividades en casa que queríamos hacer, pero que nunca hacíamos porque ‘no teníamos tiempo’, o simplemente para reconectarnos con nosotros mismos.
“No hay que decaer, no hay que desesperarmos, no hay que entrar en pánico; agradezcamos estar sanos y sintámonos orgullosos de estar poniendo un granito de ayuda para que esto acabe lo más pronto”.
Quizá quieras leer: Comidas y viajes gratis: Así ayudan a personal médico que lucha contra el Covid-19
“Estuve en reposo un mes aproximadamente porque me fracturé las costillas, me contracturé el cuello y me esguincé la mandíbula en un accidente de cuatrimoto. Me caí por un barranco.
“Estaba totalmente acostada, solo podía ir al baño y mi mamá me tenía que ayudar. No me podía mover.
“Yo sé que es desesperante, que no está chido estar encerrado, sé que frustra y que hay muchas otras actividades por hacer, pero la realidad es que ahorita el aburrimiento y la desesperación es un poco la menor de las preocupaciones.
“Aguanten, aprovechen este tiempo de espera para hacer una introspectiva, conocerse mejor, en tiempos de crisis valoramos y nos conocemos más. Es un momento que podemos aprovechar para reflexionar.
“La tecnología nos permite estar conectados con los demás, hay que aprovechar esas herramientas para estar cerca de ellos.
“Hay que darnos espacios para disfrutar de cosas que en la normalidad y la cotidianidad no podíamos hacer.
“Y quienes pueden hacer home office, valórenlo mucho porque es un privilegio, hay gente que no puede hacerlo, que tiene que salir, o que su mundo sí se para por completo con la cuarentena. Si puedes hacer home office, eres afortunado.
“Vamos a salir más fuertes de esta situación de crisis.
La hija recién nacida de Claudia murió. Ella y su esposo decidieron tomarse un tiempo lejos de lo cotidiano.
“Prácticamente fue un mes en el que mi esposo y yo no tuvimos contacto con gente. Solo salí cuando tuve una revisión médica.
“Fue por la muerte de mi hija Zoe. Esta situación no tiene punto de comparación con esa pérdida. Me enfrenté a muchos porqués. Me sentía desolada y confundida. También tuve depresión, pero siempre me sentí acompañada. Yo sabía que había gente que estaba al pendiente de nosotros y eso ayuda bastante.
“Leía cosas que me ayudaban a entender lo que estaba pasando. La contención de ambos nos ayudó a entender nuestra pérdida.
“A veces las personas en su afán de ayudarte pueden ser imprudentes y preguntarte cosas, y no necesitábamos en ese momento eso.
“El encerrarnos nos ayudó, leímos cosas de duelo. Buscamos apoyo psicológico. Y después de ese tiempo salimos a cenar, al teatro, llamamos a nuestros amigos para decirles que estábamos bien.
“En ese entonces y ahora, tenemos que enfrentar que en algún momento tenemos que reincorporarnos a ‘la vida normal’.
“Cuando pasan estas cosas aprendes a vivir con el dolor, aprendes que es tu realidad, que es lo que te tocó vivir y ahora tienes que ver qué puedes aprender de esa realidad, sin culpar a nadie, ni a ti mismo ni a los demás.
“La realidad no deja de doler, pero aprendes a aceptarlo. Es un trabajo duro.
“Ahora, con respecto a ese momento, me siento librada. Eso fue lo más difícil que me pasó, entonces esto lo veo como no tan difícil. Es una situación dura, pero no me siento sola.
“Nosotros somos privilegiados, eso lo agradezco. Hay quienes viven una situación complicada porque tienen que salir y enfrentarse al riesgo de enfermarse.
“A los que están encerrados quiero decirles que esto es transitorio, todo es transitorio. Yo les diría que se alejen un poco de las noticias, no tienes que estarlas viendo todo el tiempo, no hay que tener exceso de información sino la suficiente.
“También creo que ayuda tener una rutina en casa y tratar de no tener pensamientos catastróficos. Eso nos hace vulnerables. Puedes ver una buena película, leer, dibujar. Aprender algo nuevo, incluso dormir.
“Tenemos que ser resistentes y tolerantes”.
“El 3 de diciembre tuve una operación en la que prácticamente me rehicieron el pie, por lo que desde un inicio sabía que el tiempo de recuperación sería de tres meses, tres meses y medio aproximadamente.
“Lo primero que hice fue reconocer mi ansiedad y aprender a convivir con ella.
“Cuando pude salir sentí un agradecimiento inmenso. Las personas damos por hecho nuestra salud y nunca la agradecemos. Ojalá nos diéramos cuenta de que poder caminar, correr y respirar es un regalo que desafortunadamente no todos tienen.
“A quienes están en confinamiento les quiero decir que no va a ser padre al principio.
“La sociedad en la que vivimos está diseñada con mil distractores para usarlos apenas nos empezamos a sentir tantito incómodos.
“Piénsalo así: estás en una sala de espera llena de desconocidos, ¿qué es lo primero que haces? Sacar el celular, por supuesto; casi nadie se pondría a interactuar. Estamos más desconectados con nuestras emociones incómodas.
“Estar en casa y sin poder salir nos pone en contacto con nosotros mismos de una forma que no estamos acostumbrados: con nuestros miedos, recuerdos y emociones, lo cual puede ser aterrador e incómodo en un inicio; no obstante, si logramos superar esa incomodidad de un inicio, este confinamiento puede ser una oportunidad única en la vida (sin miedo a exagerar) para ser introspectivos y sanarnos en muchos sentidos.