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Ene 29/2020

El mal sexo es… acá un decálogo sobre malas cogidas

Foto: @bigmouth Netflix

Soy experto en mal sexo. Pero no es por lo que piensan (¿o quizás sí? No lo sé, la historia me juzgará) sino por mi profesión: como sexólogo, escucho y leo sobre el tema todo el día. 

Pacientes, personas que me escriben por Twitter, comentarios en Youtube o amistades: hablar de sexo en realidad suele ser sinónimo de hablar de mal sexo, o al menos así resulta cuando te dedicas a educar sobre el tema.

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He escuchado sobre sexo que defrauda. Sexo que aburre. Sexo que acabó siendo una experiencia traumática. Sexo que no significa nada. Sexo que se hace por inercia. Sexo que no tiene motivo para recordarse. Sexo que sólo es malo. 

Por eso, y tomando un poco de todas las historias que he escuchado por aquí y por allá, me animo a armar un breve décalogo sobre lo que podría ser el mal sexo.  

El mal sexo vive añorando el sexo pasado y se obsesiona con las posibilidades del sexo futuro. Mientras que el buen sexo aprende del primero y usa el segundo como motivación con el objetivo de nutrir el presente, el mal sexo habita cualquier otro tiempo que no sea el ahora: pone el cuerpo pero la mente está ausente. 

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El mal sexo no tiene paciencia, no cuida el faje, no procura leer el contexto, no le da oportunidad al placer para que crezca y se acumule y reviente. Todo placer se alimenta del tiempo.

El mal sexo es formulaico: no es flexible, no es creativo, no experimenta, no tiene la espontaneidad propia de cualquier otra actividad viva y, por lo tanto, no se siente como que se está compartiendo con un ser humano vivo. 

El mal sexo no pregunta. Peor: el mal sexo asume lo que la otra persona desea. Peor todavía: el mal sexo asume que lo que la otra persona desea es lo que uno desea. Peor incluso: el mal sexo asume que lo que la otra persona desea no importa o es secundario.

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El mal sexo no escucha, no aprende, no busca educarse, practicarse, mejorarse. El mal sexo no lee sobre sexo, no habla sinceramente sobre sexo, no piensa en sexo. El mal sexo supone que solo por ser sexo es o debería ser bueno. 

El mal sexo es burocrático: un trámite que las parejas realizan para mantener vivos los pretextos que las mantienen juntas y no importa lo que dure siempre tendrá el mismo sabor que el tedio de hacer una fila en un banco.

El mal sexo no procura el consentimiento y fácilmente deja de ser mal sexo para convertirse en abuso. El mal sexo suele existir a un paso de distancia de la violencia.

Y no solo eso: el mal sexo a veces solo lo consideramos “mal sexo” porque no estamos conscientes en el momento de que en realidad es violencia.

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El mal sexo vive aterrado de la crítica, y por lo tanto, su performance deja de ser genuino para solo ser eso: performático, fingido, falso. Y no es que haya nada de malo querer dar un show o verse bien, pero cuando lo único que existe del encuentro es eso, uno descubre que no se tuvo sexo por otra razón más que para satisfacer a la otra persona, y el goce propio quedó delegado en último plano. El mal sexo no se tiene por placer sino para complacer. 

El mal sexo se educa con el porno e imita al porno y sólo desea a los cuerpos del porno y le gustaría que el sexo fuera menos como es el sexo y más como es el porno: un acto centrado casi exclusivamente en la penetración, en el goce de los hombres, en la sumisión de las mujeres y en la fetichización de todos los cuerpos e identidades que sean diferentes a la aparente e impuesta “norma”.

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Por último, el mal sexo puede ser cualquiera de estos puntos, o todos, o ninguno, porque todas las personas definimos y construimos nuestras experiencias como mejor las entendemos y como se nos dé la gana. 

Esto solo está basado en lo que he leído y escuchado, pero vaya, a ti te podría gustar lo que sea y si encuentras a una pareja (o parejas) que también y todo lo realizan de manera consensuada, pues adelante. 

Así que si te identificas con algo de lo que escribí acá o tienes en tu cabeza otras ideas o experiencias sobre lo que para ti es el mal sexo, solo tengo una última recomendación: aléjate de ahí y busca mejor sexo, es más, busca buen sexo, que la vida es corta y el placer es efímero y antes de que nos demos cuenta estaremos a punto de regresar al polvo y la nada y para cuando ese momento llegue, vive de tal manera que, justo antes de tomar ese último hálito, puedas pensar: sí cogí bien rico.

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