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Feb 03/2020

Lo erótico de no genitalizar el sexo: ¡de explorar se trata!

Foto: Netflix Sex Education

La primera vez que alguien me besó las piernas fue muy interesante pero muy estraño.

Llevaba mucho tiempo con el antojo de que sucediera y aunque todas las parejas a las que les había propuesto la idea dijeron que sí, ninguna lo había hecho. Supongo que no es tan común que un hombre le pida eso a una mujer y se les olvidaba. O quizás también era raro para ellas. No sé.

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El punto es que cuando sucedió, fue toda una experiencia. Primero me emocioné: por fin iba a probar algo nuevo, una forma de estimulación que deseaba mucho. Cuando yo le besaba las piernas a alguien, notaba que les gustaba, que era algo erotizante. Así que tenía la expectativa de que algo así sucediera conmigo y descubriera una nueva forma de sentir placer. Pero no ocurrió. 

Recuerdo que primero fue emocionante. Por fin sucedía. Pero rápidamente, la situación se volvió extraña. Comencé a sentirme incómodo. Los besos me provocaban cosquillas y eso me molestaba. Me puse ansioso. Una parte de mí hasta se sentía un poco hostil sin razón alguna, como si una alarma se me hubiera prendido diciendo, ¡¿QUÉ SE SUPONE QUE ESTÁS HACIENDO?! ALÉJATE DE AHÍ. Nada cercano a lo que esperaba. Quise desistir.

Sin embargo, no me rendí y después de intentarlo algunas veces más, la cosa cambió. Las cosquillas que antes me molestaron pasaron a ser disfrutables. Mis piernas se sensibilizaron de una manera que no conocía.

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Ahora sí puedo decirlo: me encanta y me prende muchísimo que me besen las piernas.

Escribo todo esto porque para algunas personas (y pienso que sobre todo para hombres heterosexuales), erotizar el cuerpo entero puede ser una experiencia mucho más retadora de lo que imaginamos.

Pero sucede que, en ocasiones, al cuerpo no le importa mucho si queremos erotizarlo porque leímos del tema en una columna o porque estamos experimentado con una sexualidad más diversa: él va a responder como está acostumbrado a responder. Y si lo que llevamos enseñándole durante años es que el placer sexual se concentra únicamente en el pene y que el resto de nuestra corporalidad existe solo para luchar o trabajar (en el caso de los hombres, al menos), pues iniciamos perdiendo.  

Al cuerpo, como al zorro del Principito, hay que domesticarlo.

Por eso, quiero compartir ahorita 5 prácticas que me han ayudado a erotizar el cuerpo entero y que, si estás iniciando en esto, creo que podrían ayudarte a ti también. Puede que algunas te interesen de entrada y puede que otras no. Puede que algunas te encanten y puede que otras te parezcan raras, como a mí. No lo sabrás hasta que lo intentes, así que, ¿por qué no intentar? 

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Respiración consciente

Recuéstate junto a tu pareja y dense un momento sólo para mirarse a los ojos. No se preocupen por ninguna otra cosa más que por respirar y tranquilizarse. Después de un rato, cierren los ojos y sólo respiren juntxs.

Si quieren, pueden acercar sus rostros y cuerpos para sentirse más cerca. Pero no se toquen activamente. Solo respiren. Y noten qué sucede en sus cuerpos cuando hacen eso. 

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Respirar conscientemente tiene muchos beneficios en el sexo: entrar en un estado de relajación, mejorar la concentración puesta en las sensaciones físicas, aumentar la intensidad de estas sensaciones, tranquilizar la mente y conectar.

Además, puede ser una experiencia súper erótica. Hace no tanto una sesión de respiración tranquila se convirtió poco a poco en sentir muy intensamente la respiración de mi pareja en mi oído (algo que me hizo casi reventar de deseo) para luego transformarse en sexo súper intenso y apasionado.

Quizás les ocurra, quizás no. Quizás acaben teniendo sexo apasionado o quizás solo sea un momento de mucha dulzura, intimidad y cercanía. No lo sabrán hasta que lo intenten (¡y más de una vez!). 

Dicho sea de paso, respirar junto a tu pareja es uno de los primeros pasos que muchxs terapeutas sexuales recomendamos como primer paso al iniciar la terapia de focalización sensorial. Así que, créanme: les conviene.  

Besar todo el cuerpo

Todo el cuerpo tiene potencial de ser erógeno, pero hay algunas zonas que son más sensibles que otras. El chiste es aprender a reconocer no sólo las zonas que nos gustan, sino también cómo nos gusta que las estimulen. 

¿Cómo podemos hacer esto? Experimentando. Como decía, todo el cuerpo tiene el potencial de ser estimulado, pero unas pocas zonas erógenas que solemos descuidar y que pueden ser muy potentes para algunas personas: las rodillas, la zona detrás de las rodilla, el espacio entre los dedos de la mano, la parte lateral del abdomen, la parte inferior de las nalgas, la zona donde “conectan” con las piernas, los codos, la zona detrás de los codos, los muslos, en su parte “interna”, los pezones de los hombres (en serio, prueben esto), los pies (una de las zonas más sensibles de todo el cuerpo).

Otra idea: recuéstate en la cama sin ropa y pídele a tu pareja que estimule con besos todo tu cuerpo. Puede iniciar con tu frente e ir bajando poco a poco hasta tus pies. Hazlo de frente y volteado, para que también te bese la espalda, las nalgas y la parte de atrás de las piernas.

Cuando termine, ahora hazlo tú. Pongan mucha atención en lo que les prende, lo que se siente bien, lo que les hizo sentir nervios, lo que incomodó, lo que quieren volver a hacer y platíquenlo cuando terminen (o durante, si sienten muchísima necesidad de hacerlo, aunque recomendaría que fuera hasta terminar para no interrumpir la experiencia). Les prometo que si nunca lo han hecho, van a descubrir muchas cosas.

Tomarse nudes juntxs

Además de tocarlo ¿qué mejor forma de erotizar el cuerpo entero que con la mirada? El plan es simple: tómense nudes entre sí. Pueden dirigirse mutuamente, diciendo “a ver, ponte ahí”, “tu pierna pa’ allá”, “gírate así”, “a ver, quédate ahí y yo me pongo abajo”, “¿y si te cubres con esto?” o lo que se les ocurra.

Jueguen, ríanse, experimenten. ¡Incluso pueden tomarse fotos donde salgan ambxs! El único requisito: eviten en la medida de lo posible que el foco sean los genitales (y, en el caso de las mujeres o personas con vulva, los senos, pues también es una zona que ya está muy erotizada por sí misma).

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¿Qué beneficios pueden salir de esto? Bueno, puede servir para que vivan alguna fantasía de dirigir una sesión de fotos erótica, con la cámara en mano o posando para ella. O para reconocer lo que a tu pareja le prende de tu cuerpo. O para hacerle ver a tu pareja lo que te prende del suyo. O como un teasing largo, un faje visual. O para hacer arte. O para intentar mirar de una forma distinta y compasiva aquellas zonas de nuestro cuerpo que nos causen inseguridad. Las posibilidades son varias.

Desde luego y como siempre: cuiden muchísimo el consentimiento, la confianza, la intimidad y la privacidad. Si necesitan recomendaciones sobre cómo tomar nudes seguras, chequen este video y este hilo.

Masturbarse viendo el cuerpo de la otra persona

Sé que esto puede sonar extraño, ¿por qué recomiendo masturbarse si el punto es desgenitalizar? Porque el punto de esta práctica no es el tacto, sino la mirada. Es intentar comunicar con la mirada, con el rostro, y con tu propio cuerpo lo mucho que deseas a tu pareja. Y para que intentes enfocarte en otros puntos de su cuerpo que quizás suelas pasar por alto.

Sólo pide a tu pareja que se coloque frente a ti mientras tú la ves y disfrutas. Puedes hacerle comentarios sobre lo que sientes y sobre lo que te gusta.

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Cuando termines, te toca a ti. Observa bien cómo te sientes en el papel de la persona observada y usa tu creatividad para sentirte en comodidad. Puede que algunas personas disfruten muchísimo de ser miradas mientras su pareja se toca y puede que otras se sientan extremadamente inseguras, nerviosas o confrontadas. Si es el caso, ahí hay un punto para trabajar y explorar. Incluso si sale mal, algo se puede aprender. 

“Yo quiero…”

Uno de mis juegos favoritos del mundo. Las reglas son sencillas: 

  1. Colóquense frente a frente. Idealmente, con ropa. 
  2. Una persona empieza y le pide a la otra que haga algo que le prenda. Por ejemplo: “dame un beso lento”.
  3. La otra persona lo hace. Cuando termina, pide algo. Por ejemplo: “siéntate en mis piernas y susúrrame algo al oído”. 
  4. Vayan así, por turnos, ideando cosas, hasta que de plano ya no aguanten y olviden que estaban jugando en primer lugar.

Algunos consejos: procuren que las peticiones sean lo más específicas posibles y déjense llevar con lo que sea que les venga a la mente, obvio, procurando reducir al mínimo la interacción directa con los genitales.

El juego se trata de creatividad, sí, pero también se trata de ejercitar el consentimiento y decir “quiero esto” o “no quiero esto pero propón/propongo otra cosa” o “no quiero esto y quisiera detener el juego”. En ese sentido, es un juego que no solo te ayudará a conocer mejor lo que le gusta a tu pareja (y que tu pareja conozca lo que te gusta a ti) sino, además, puede dar muchísimo poder y sensación de agencia. Y si algo necesitamos para nuestra sexualidad es eso: recuperarla, disfrutarla, decidir cuándo, cómo y con quién vivirla.

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