En la sexualidad, como en la vida, hay algunas palabras y términos que, aunque digamos constantemente, no significa que utilicemos de forma correcta.
Por ejemplo, ¿qué es la asexualidad? ¿cuáles son las parafilias? ¿qué hay con la vagina? Mejor vayamos clarificando las cosas.
Primero, la parte aburrida: “parafilia” viene del prefijo griego para que significa “al lado de” y de la palabra griega filia que significa “amor”, “inclinación” o “afinidad”.
Con esta palabra, tenemos una categoría para agrupar todos los comportamientos sexuales que consideramos “atípicos”.
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Luego, la parte divertida: lo atípico es lo que le da sabor al sexo: que nos miren coger, que usemos prendas que no portaríamos en público, que nos metan el dedo en lugares que hacen enojar a dios (o quizás también le gusta, jamás lo sabremos), que gritemos los insultos por los que nos cancelarían en internet, que alguien se ponga tacones, que otra persona lama esos tacones, e infinitos etcétera.
¿Qué no es considerado una parafilia? Coger de misionero, coito vaginal, heterosexual, romántico, y ya.
Después, la parte incorrecta: no hay nada de atípico en la gran mayoría de las cosas que consideramos atípicas. O más bien: no hay nada de anormal.
Porque sí, puede que desde la estadística varias de esas prácticas no sean comunes (o puede que sí, pero es difícil saber cuando se trata de sexualidad), pero eso no significa que no sean “normales”, si usamos “normal” como equivalente a “sano”, “saludable”, “correcto”.
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No hay nada de incorrecto con que te guste que te orinen encima, como no hay nada de incorrecto con que te guste dar besos prolongados y amorosos, por poner dos ejemplos que, en realidad, no están peleados entre sí, pero de entrada podríamos imaginar como contrarios.
Son sólo posibilidades de la sexualidad humana, y ya. Que pensemos que ciertas prácticas son, de entrada, “incorrectas”, “anormales” o “parafílicas” porque no son las que nosotros consideramos normales, dice mucho más de nosotros que de la persona que las desea o realiza.
Al final, la parte, pues, final: a todo eso que llamamos parafilia, en realidad podemos agruparlo en un término más útil: “expresiones comportamentales de la sexualidad”.
El término es más adecuado porque sólo describe, no juzga.
¿Qué son las ECS? Todo lo que quepa en tu sexualidad, todo lo que te dé placer, todo lo que te lleve a un orgasmo, todo lo que quieras que sean.
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Hay un episodio de Sex Education en el que varias personajes gritan en un auditorio, “¡Es mi vagina!”, como un acto de autoafirmación y sororidad ante el caso de una chica de quien se compartió una foto íntima de forma no consensuada.
Es un momento muy bello, muy divertido y muy poderoso… pero tiene un pequeño detalle: donde dicen vagina en realidad deberían decir vulva.
Porque la foto probablemente no era de la vagina, sino de la vulva.
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Para tomar una foto de la vagina, en realidad tendríamos que usar una de esas camaritas que pueden introducirse dentro del cuerpo humano y que usan las cirujanas en su trabajo. Y vaya que sería una nude formidable, pero dudo mucho que haya sido el caso de lo retratado en la serie.
La confusión no es menor. Se le conoce como vulva al conjunto de los órganos genitales externos; como los labios, el clítoris, el orificio uretral, entre otros.
La vagina es el conducto que conecta a la vulva con el cérvix y con el útero. La vagina es el canal que recibe al pene durante el coito, por donde sale la menstruación y por donde nacen los bebés en un parto natural.
Que confundamos colectivamente vagina con vulva se debe a varias razones: una de ellas es que históricamente se ha definido el lenguaje de la sexualidad a partir de la heterosexualidad (como en lo mencionado sobre las parafilias) y, por lo tanto, la parte del cuerpo que ha llegado a ocupar el imaginario como determinante de todos los genitales femeninos es la parte del cuerpo que recibe al pene durante la penetración. ¿Coincidencia? Por supuesto que no.
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“Llevo sin tener sexo seis meses, creo que ya me volví asexual”. He escuchado variaciones de esa frase en varias ocasiones y de varias personas.
En ocasiones, es una pregunta: “Llevo 6 meses sin tener sexo, ¿crees que ya me volví asexual?”. Lo curioso es que siempre hay un dejo de miedo, el temor a perder el deseo que nos caracteriza a las personas alosexuales, para descender hacia una pesadilla: la aburrida vida que nos espera si no volvemos a sentir la atracción que sentimos por el mundo.
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La cosa es que no sentir atracción no es una pesadilla para quien lo vive como parte de su orientación sexual. Es la normalidad, es la comodidad y es el bienestar. Y no hay nada de malo en ello.
De hecho, lo complicado no suele ser vivir sin sentir atracción, sino habitar un mundo que espera que todas las personas sientan atracción y deseo de formas muy específicas.
La asexualidad se refiere a una orientación sexual en la que no se siente atracción hacia las personas.
¿Qué significa que sea una orientación sexual? Que no te vas a hacer asexual sólo por dejar de tener sexo un rato.
Si fueras asexual, es posible que no te importaría o que sintieras ese tiempo sin tener sexo como un alivio, un estado más ideal. Pero si eres alosexual (es decir, una persona que siente atracción hacia otras en circunstancias consideradas “normales” por la cultura dominante), no hay manera en que cambies tu orientación sexual nomás por un rato de abstinencia.
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Si antes experimentabas deseo de manera sostenida a través de un periodo prolongado y luego ya no, se deberá, la gran mayoría de las veces, a una cuestión psicológica o médica asociada a causas específicas.
¿Y quiúbole con la asexualidad? Por supuesto, da para libros enteros escritos por personas asexuales o investigadorxs del tema, pero mencionaré algunas cosas.
Es un espectro: existen personas que pueden sentir atracción romántica (es decir, enamorarse) pero no atracción sexual. Existen personas que llegan a sentir atracción sexual con baja intensidad, en escasos momentos de vida y en circunstancias muy específicas. Existen personas que no disfrutan nada del sexo. Existen personas que pueden llegar a disfrutar su parte física, pero no lo desearían espontáneamente. Hay una variación muy grande y se calcula que alrededor de 1% de la población es asexual.
Y la asexualidad, por cierto, es completamente válida.
Si quieres saber más sobre asexualidad, consulta la página de AVENes.
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