Hay muchas formas de ser mujer y ser madre. La maternidad a veces llega con el deseo de empezar una familia, otras por sorpresa, o hasta porque las circunstancias de la vida te llevaron a cumplir ese rol.
Los rostros de la maternidad son diversos, y todos conllevan compromiso, responsabilidad y esfuerzo.
“Muchos de los estereotipos a los que nos enfrentamos hoy día tienen que ver con esta perfección de la mamá: la mamá tiene que ser todo. Sí somos súper mamás, pero todas de diferente forma, de diferente manera y también se vale que de repente no quieras ser la súper mamá y estés agotada”, dice Cecilia Paz Contreras, coordinación de Igualdad de Género UNAM.
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La universidad buscó a tres mujeres muy diferentes que comparten cómo es su forma de maternar y qué significa para ellas ser mamás (o abuelas).
Por ejemplo, Gisela Ochoa, quien es mamá de cinco y abuela de un pequeñito a quien ha tenido que arropar, educar y guiar desde que su hija Megan desapareció en enero de 2020.
“Mientras mi hija no esté, yo soy su mamá“, dice Gisela. “Ahorita tengo una responsabilidad tan grande. Mi hija quería ver bien a su hijo y eso es lo que estoy haciendo”.
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En cambio, la maternidad de Alejandra Velázquez, quien estudia en la UNAM, fue algo tan improbable como maravilloso.
A Alejandra le descubrieron un tumor en la médula que le afectó ocho vértebras cuando tenía 19 años y estudiaba Medicina. Eso le quitó la posibilidad de caminar. Hoy es mamá de dos pequeñitas, además de que trabaja y volvió a estudiar.
“Esfuerzo. Muchísimo esfuerzo”, explica. “La primera vez que vi a Valentina no puedo decir que la vi bonita, la vi muy chiquita, indefensa y sentí mucho miedo”.
La histora de Karen y Mónica es diferente: son una familia lesboparental que lograron ser mamás a través de inseminación artificial.
Mónica explica que la maternidad le emocionaba mucho y sabía que deseaba ser mamá, “enseñar a otra persona las cosas fabulosas que hay en la vida. Es más complejo de lo que me lo imaginé y no tan idílico como te lo contaron”, dice honesta.
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