Como bien sabemos, los perros descienden de grandes lobos cazadores siendo enemigos jurados de la raza humana. No obstante, conforme fueron acercándose a nuestros antepasados, algunos de estos fuertes y poderosos animales se volvieron más dóciles y se adaptaron a una nueva vida y compañía, por lo tanto un perro puede sonreír.
Con el pasar de los años se mimetizaron tanto con nuestra especie que inclusive han logrado emular uno de nuestros mejores gestos: sonreír.
Así es, un estudio ha comprobado que tu adorable perro puede sonreír si está feliz y si te ha visto hacerlo.
Gracias a la etología cognitiva, la ciencia que estudia las emociones de los animales, se descubrió a través de tomografías que los perros comparten estructuras neurológicas muy parecidas a las nuestras, y a partir de esta información, diversos investigadores han tratado de comprobar si también comparten las mismas emociones que los humanos.
Es obvio que los lobos no cambiaron de la noche a la mañana, su proceso evolutivo ha tomado por lo menos 1,000 años, sufriendo así diversos cambios en su forma física; de entre estos se destaca su tamaño, ya que conforme se fueron reproduciendo se volvieron más pequeños, al punto que ahora conocemos razas como la pug que cabe en un bolsillo.
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Aunado a lo anterior, la convivencia con sus dueños logró que su sistema límbico, encargado de las emociones, mejorara su capacidad para integrarse.
Es por ello que Alberto Tejeda Perea, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, argumenta que un perro sonríe si la familia a la que pertenece es feliz, ya que ha entendido que esta expresión facial está relacionada con algo positivo: “me estoy riendo porque me la estoy pasando bien”.
Y como ya era de esperarse, estos animales son muy inteligentes, nos pueden leer de muchas formas y han logrado convertirse en grandes chantajistas. Esto debido a que los perros desarrollaron a nivel anatómico un músculo que los lobos no tienen y es lo que les permite verse tan adorables para que les demos comida, tal cual pasa en la película de Disney, Bolt: Un perro fuera de serie.
Tejeda Perea apunta: “Se trata del cambio facial que hacen para convencernos de soy Paquito y soy bueno, dame mi galleta.”
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Aunque los estudios aún no logran demostrar si los perros pueden sentir alguna otra emoción y se están enfocando en saber si han desarrollado vergüenza, empatía o pena, a través de la etología también se descubrió que los perros siguen dos vías básicas para actuar frente a la vida: “los que persiguen algo que les gusta y los que se alejan de algo que no les gusta”. Entonces han identificado emociones positivas como la alegría y las emociones negativas como el miedo.
Aunque Darwin haya estipulado que los humanos descendemos de los monos y se han encontrado muchas similitudes entre nosotros y esta especie, los perros son los únicos que sonríen debido a que su musculatura facial da para ello.
Otros animales que han demostrado ser perceptivos de las emociones son la vaca y el cerdo, sin embargo, no les es posible generar una sonrisa. Por otra parte, toman actitudes como saltar, o correr para demostrarlo.
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